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UN MILAGRO EN AZUELO
Dicen que los milagros ya no existen y que muchos no creen en ellos, pero el día 12 de febrero tuvo lugar uno en Azuelo.
Aconteció en nuestro pequeño pueblo que el matrimonio de azuelucos Jesús Mª Ruiz de Villalba y Mª Ester Zúñiga, residentes en Vitoria, llegaron a Azuelo la tarde del día 11 con la ilusión de hacer unos chorizos a la vieja usanza de nuestro pueblo. Al llegar a su casa la encontraron muy fría; la víspera y ese mismo día una buena nevada había cubierto Azuelo. Encendieron la calefacción y para quitar la fría humedad de su habitación colocaron en ella un brasero de leña.
Jesús Mª y Mª Ester se liaron con el picadillo, pelaron los ajos, echaron el pimentón y lo adobaron, prepararon los intestinos, colocaron la máquina de llenar los chorizos y cuando ya tenían todo preparado para llenar los chorizos al día siguiente se dispusieron a cenar. Tras la cena vieron un tiempo la televisión y a la cama.
Al llegar a la habitación Jesús Mª sacó el brasero al pasillo y con la habitación caliente se echaron a dormir. Aquí llegó la fatalidad; ellos se quedaron dormidos pero no el traicionero monóxido de carbono que había ocupado la habitación y que se dedicó a hacer de las suyas, poco a poco fue eliminando el oxígeno de la habitación y la pareja de azuelucos se vieron afectados por ello sin darse cuenta abocados a “una muerte dulce”. Muerte que les hubiese llegado de no producirse el milagro.
Y llegó el milagro. Por la mañana del día 12 Ester, la madre de Mª Ester, les llamó por teléfono desde Vitoria para interesarse por cómo llevaban la faena de los chorizos, llamada que no tuvo respuesta. Ester insistió varias veces a lo largo de la mañana y ninguna de sus llamadas fue respondida, así que se empezó a mosquear y a pensar que algo raro pasaba. A mediodía se lo comentó a su “ángel de la guarda”, su nieto Mikel, hijo del matrimonio que estaba en Azuelo. Abuela y nieto insistieron en sus llamadas sin obtener respuesta alguna; pensaron y pensaron bien que algo les había ocurrido a la pareja y decidieron que Mikel fuese a Azuelo inmediatamente para ver qué es lo que ocurría.
Llegó Mikel a Azuelo y al entrar en casa se encontró a sus padres desmayados en su habitación bajo los graves efectos del monóxido de carbono inhalado. Llamó al 112 y se puso en marcha el dispositivo y protocolo para estos casos, ambulancias, bomberos y guardia civil. El matrimonio fue trasladado urgentemente al Hospital de Estella mientras se procedía a su reanimación. Mª Ester respondió al tratamiento enseguida y Jesús Mª tardó más, ahora se recuperan poco a poco del “susto”.
Mikel además de ser el “ángel de la guarda” de su abuela ahora ha pasado también a ser el de sus padres. Gracias a él, y al tesón de Ester con sus llamadas, Jesús Mª y Mª Ester siguen con vida.
Sí, ya sabemos que son muchos, muchísimos los que no creen en los milagros, estos son los que creen en el destino y la realidad ha sido que estos azuelucos no tenían su fatal destino ese día ni en nuestro pueblo.
Ahora sólo queda esperar a que esta pareja tenga una rápida recuperación sin que les quede secuela alguna, que es lo que ellos y todos deseamos.
Tras este suceso muchos se preguntarán cómo se les ocurrió poner el brasero en la habitación que puede eliminar el oxígeno. Esta es la teoría y que todos conocemos, pero la práctica nos demuestra que no son los únicos a los que se les ha ocurrido esto; ellos como otros muchos que lo hicieron nunca pensaron en un fatal desenlace, aunque algunos ya no lo podrán contar.
Nos acordamos de cuando en las casas de Azuelo no había calefacción y el brasero calentaba la cocina bajo la mesa camilla alrededor de la cual se sentaba la familia y nuestros mayores introducían en el brasero una herradura vieja o el seso de los pucheros, ambos de hierro, para que el brasero no nos “cogiese la cabeza”. No sabemos si esta acción surtía efecto o era el mal ajuste de puertas y ventanas y el tiro de la chimenea del hogar los que favorecían la ventilación.