Monasterio de San Jorge

Historia del Monasterio

Documentado desde 992, es uno de los siete Monasterios de Navarra

ORIGEN DEL MONASTERIO DE SAN JORGE

Cierto que los monjes Benedictinos fueron los artífices de este monasterio. ¿De dónde vinieron estos monjes Benedictinos? Se ignora por ahora. Quizá en el futuro, si aparecen más documentos, se pueda saber. Monasterio de fundación real, ya que el rey García Sánchez, “El de Nájera”, lo donó al monasterio de Nájera en el año 1.052. Se ha dicho que los orígenes de este monasterio es del siglo XI y XII. Pero en la restauración que se llevó a efecto en el año 1.968 se encontró una piedra perfectamente labrada de arte carolingio, esto nos demuestra que es posible que ya existiera en el s. IX o X.


 

UBICACIÓN

Desde los orígenes del monacato, todos los monjes escogían lugares retirados para entregarse a la oración y a la contemplación.
La razón de elegir este lugar para su ubicación es obvia. En el s.X, Azuelo era un lugar retirado de la vía del Camino de Santiago, aunque no distante de ella. Su acceso no sería fácil, ya que se habría de sortear espesos encinares para llegar hasta él, aunque la vía de entrada se haría por las márgenes del río Linares o Salado que discurre a través de todo el valle de Aguilar. El abastecimiento de agua estaba asegurado, además del río Linares, el río de El Paso y el del Hundido, uno por el oeste y otro por el este, rodean Azuelo. El Monasterio, en lo alto de una ladera orientado al sur, se abastecía de agua de la fuente de La Calzada, en la misma puerta de acceso al Monasterio, y de la fuente de la Huerta de los Frailes. Ambas fuentes aún permanecen y son utilizadas.


 

BREVE HISTORIA DEL MONASTERIO

Su origen se remonta a la invasión árabe para salvaguardar las reliquias amenazadas por ella. Ya aparece documentado el cenobio en una donación de Sancho Abarca del 992, y en otra de García el Tembloroso cuatro años posterior, en las que se menciona a Jimeno (EXIMINUS) como su abad. Nada sabemos de este abad, excepto que firma en dos documentos. Ni de los primitivos monjes que vivían aquí, en este valle que en el documento del siglo XIV se le llamaba Valle de la Berrueza, bien poblado entonces de bosques de encinas. Para llegar aquí habría un camino o senda a todo lo largo del río Linares. Sobre la fecha exacta de su fundación, no hay documento, si bien existe la tradición de que el Abad de Azuelo tenía asiento en las Cortes del Reino de Navarra por derecho propio, lo cual permite suponer que fuese fundación real.
Por otra parte, la historia cita a este monasterio como hito en atajo de la antigua Vía Romana y después Ruta Jacobea hacia Nájera. Y añade, este monasterio sirvió de hospedaje al rey de Navarra y a otros peregrinos, en múltiples ocasiones, entre Irache y Nájera.
En 1.502, el rey Don García lo anexionó al Monasterio de Santa María La Real de Nájera, trasladándose a este cenobio muchas de las reliquias que poseía; a partir de esta fecha se convirtió en priorato dependiente de Nájera. El priorato existió hasta la Desamortización de Mendizábal del siglo XIX.


 

CONSTRUCCIÓN DE LA IGLESIA

Debió existir una primitiva iglesia de la que en apariencia nada se conserva, que luego fu sustituida por la actual fábrica románica.
Los tres cuerpos o partes interiores de que consta la fábrica de la iglesia son: el ábside, la cúpula y la nave central. Son románicos de los siglos XI y XII, el ábside, la cúpula y el portalón de entrada por el oeste, dentro de un estilo influenciado por el aragonés, sobre todo por el románico de Jaca y Loarre. Según varios especialistas en arte, la primitiva nave era en sus principios, románica y posteriormente en el s.XVI se reformó; sus alzados se retocaron cubriéndose de nuevo; de estos trabajos se encargó el cantero Sebastián de Orbara, vecino de Viana, que ya los tenía terminados en 1.572.
La iglesia del monasterio siempre ha servido de parroquia para el pueblo. En 1.845 se fue el último monje exclaustrado, los demás ya se habían ido para el año 1.808, en la invasión francesa. Poco después se vendieron sus posesiones, a toque de campana según las prescripciones de entonces, siendo párroco Fray Mariano Bedoya. Las tierras se las quedó el mejor postor, que fue Pedro Martínez Bujanda, el 25 de mayo de 1.810. el dinero fue dado a los vecinos del pueblo, diezmados y esquilmados por las tropas francesas, pasando a depender esta parroquia de la Dióceis de Calahorra y por muchos años el párroco tomó la denominación de Abad. El monasterio estaba situado en la explanada sur de la iglesia. Después de la ida de los monjes, fue poco a poco derrumbándose, aprovechándose su piedra para la construcción de varias casas de Azuelo.


 

DESCRIPCIÓN DE LA IGLESIA

En planta, presenta una nave de dos amplios tramos cuadrados, crucero entre hornacinas y cabecera con ábside semicircular. Los alzados de la nave se articulan por esbeltas columnas sobre dobles pilastras del s.XVI, únicas a los pies y junto a los pilares del crucero y triples en el centro de los muros; tienen basas poligonales y capiteles variados. A las triples columnas corresponden capiteles con motivos vegetales y animales; a las columnas siguientes un escudo con cruz florenzada entre leones, por el lado del Evangelio, y dos animales enfrentados, por el lado de la Epístola. El crucero está formado en alzados por robustos pilares de sección rectangular, a cuyos frentes se adosan medias columnas de basas circulares, que montan en pedestales cuadrados con tacos y besantes. Sus cuatro capiteles son historiados y recuerdan a los de Loarre; el primero de la izquierda lleva una figura entre leones con otras figuras en sus caras laterales y el segundo un Cristo sentado en majestad con animales y otras figuras; por la derecha, el primero presenta un sacerdote sedente sobre dos niveles de abultadas hojas, encuadrado en sus caras laterales por árbol con frutos y león, mientas que en el segundo aparece una figura masculina desnuda con animales. Encima de los capiteles monta cimacio decorado por roleos en los que se aloja una hojarasca diversa y cabezas de leones en esquinas. En estos pilares y columnas descansan los arcos torales de medio punto ligeramente rebajado que son dobles de sección cuadrada evidenciando su primitivismo; en la segunda mitad del s.XII se reforzó cada arco toral con un tercer arco apuntado. El crucero por el lado de la Epístola, conserva una ventana primitiva de doble arco apuntado, entre columnillas acodilladas con basas y capiteles decorativos. En la cabecera se marcan dos cuerpos de impostas, taqueada para el primero y lisa para el segundo, que se prolongan por los muros y soportes del crucero. A la altura del segundo cuerpo y entre las impostas se abren se abren las ventanas que iluminan este espacio, todas ellas de doble arco de medio punto abocinadas. Las tres ventanas del ábside incorporan columnillas con capiteles variados que de izquierda a derecha representan: motivos vegetales y leones enfrentados la primera; las dos siguientes, parejas de aves, águilas, y otra vez motivos vegetales; se culminan en cimacios lisos prolongados en impostas, aunque sobre uno de los capiteles de la ventana de la Epístola cabalga cimacio con decoración vegetal. Se destaca la ventana central al incluir bolas su arquivolta exterior.
Como cubiertas, se piensa que la nave tuvo primitivamente techumbre de madera, sustituida en el siglo XVI por las actuales bóvedas. Estas son de terceletes en el tramo de los pies y de dobles terceletes en el siguiente, con nervios de sección mixtilínea y claves resaltadas en sus cruces, recogiéndose en las columnas de los muros, en las que también apean los arcos fajones . El tramo central del crucero tiene cuatro trompas abocinadas, que transforman el cuadrado en octógono, el cual se cubriría por un cimborrio hoy desaparecido; se decoran las trompas con potentes tacos y la cornisa de arranque está recorrida por una imposta también ajedrezada. Entre las trompas se intercalan pequeñas ventanas rematadas en medio punto. Bóvedas de medio cañón apuntado reciben las hornacinas laterales del crucero. En la cabecera se utiliza un tramo de medio cañón y un cuarto de esfera para el ábside. Este inferior engendra un diáfano espacio longitudinal y de gran altura, definido por rotundas y limpias estructuras, sobre todo en el crucero y la cabecera, que se caracterizan por sus robustos elementos arquitectónicos cuya pureza apenas obstaculiza la sutil decoración taqueada de sus impostas y las esculturas de sus capiteles.


 

EL PORTALÓN DE ENTRADA DEL OESTE

Es una de las partes más hermosas del templo. Era la primitiva entrada para los feligreses y por ella se accedía hasta el siglo XVIII. Los monjes tenían otras dos entradas por el costado sur. Esta entrada tiene un conjunto de archivoltas con varias columnas; cada una es distinta, tanto en el capitel como en el fuste y la basa. En el tímpano aparece un crismón un tanto desdibujado. En sus archivoltas se pueden contemplar bolas, follaje, hojas y otras labores románicas. Los arcos son de medio punto. Dos baquetones de gruesos toros voltean sobre el arco y se apoyan sobre dos columnas a cada lado. Los capiteles, uno corintio y otro iconístico, representan aves afrontadas. La bóveda que corresponde a este atrio, se levantó muy posteriormente, en el año 1.702. Esta puerta estuvo recubierta de gruesa capa de cal hasta el año 1.968 en que se inició la reaturación del templo. El pórtico sur se mandó construir en 1.605, precisamente para resguardar las urnas de las Reliquias que se sacaban fuera de la iglesia, cuando se acercaban ciertos nublados y pedriscos.


 

CORO

A los pies del templo se alza un coro del s.XVI sobre arco rebajado que asienta en pilares con columnillas. De estos soportes arranca la bóveda de terceletes del sotocoro, que va aparar al muro de los pies sobre unas ménsulas.
Se almacena en esta dependencia la mayor parte del retablo mayor: el gran medio punto central con el alto relieve de San Jorge y la princesa, con gran despliegue paisajístico y tratamiento pormenorizado de la coraza del santo y de las bridas del caballo, éste de realización ingenua; las hornacinas laterales del primer cuerpo con las tallas de San Juan Bautista y San Juan Evangelista, las cajas rectangulares del segundo y sus tallas de San Benito con el cuervo, de buena factura, rostro caracterizado con peculiar entrecejo y trabajadas barbas, y Santa Escolástica, más el relieve de la Trinidad del ático. Todas estas esculturas conservan su policromía primitiva.


 

CAPILLA DE SAN MARCIAL

Por el lado del evangelio se adosa al crucero la capilla barroca de San Marcial. Las condiciones de su construcción se fechan en 1.708, año que también aparece en uno de sus arcos torales, terminándose sus obras en 1.711. Su constructor fue Diego de Iriarte, vecino de Maeztu. Es de planta central con hornacinas laterales y un tramo al fondo de ella que sirve de presbiterio. Sus alzados presentas pilastras y sobre ellas moldurada cornisa que recorre todo su perímetro, partiendo de ella los medios puntos de los arcos torales y transversales. Tiene cúpula con linterna y bóveda de medio cañón con lunetos para el presbiterio. Una rica decoración de yeserías invade las superficies de la cúpula, disponiéndose de manera radial en fajas y casquetes; forman éstas unas apretadas composiciones de abultados y carnosos follajes, propios de las primeras décadas del s.XVIII, que contienen símbolos diversos, como tiara papal, mitra bajo corona encuadrada por palmas, luna entre cuernos de la abundancia y sobre ella niños, cabeza de querubín, águila bicéfala coronada y busto portando cesto de frutos. Las pechinas se reservan a unos óvalos que estarían destinados a lienzos de los Evangelios o Santos Padres. En 1.739 fueron policromadas estas yeserías y al mismo tiempo se pintó la bóveda del presbiterio con unos bellos temas vegetales, todo ello coincidiendo con el dorado del retablo que preside el recinto; en la actualidad aparecen muy dañadas estas pinturas. Se accede a la capilla por un arco levemente apuntado con molduras en su arquivolta.
El acceso de la capilla de San Marcial se cierra por una reja barroca de madera con tallas decorativas; a ambos lados de ella aparecen las tallas romanistas de Moisés y David, del último tercio del s.XVI, procedentes del ático del antiguo retablo mayor. Preside esta capilla el retablo barroco de San Marcial, realizado por el escultor de Estella José González, quien lo tenía terminado en 1.717, aunque continúa cobrando en años sucesivos. El retablo recuerda tanto en estructuras como en decoración a la obra de Juan Ángel Nagusía, presentando una traza semejante a la del retablo de San Gregorio Ostiense de la parroquia de Santa María de Los Arcos; consta de banco con pedestales decorados por pinjantes vegetales y de frutas, cuerpo único de cuatro columnas salomónicas, las interiores de arranque bulboso como en los colaterales de la citada iglesia de Los Arcos, en las que monta quebrado entablamento con modillones de follajes, y ático curvo entre estípetes. Su calle central parece que ha sido arreglada y en ella se superponen un sagrario y una hornacina ovalada, coronada por cornisa curva. Estas estructuras reciben una profusa decoración de follajes envueltos en roleos, muy carnosos y de tratamiento aristado, similares a los de las yeserías que recubren la capilla. En el banco y sobre él hay cuatro relieves con San Fortunato, San Eulogio,San Félix y San Aquileo, que forman las puertas de unos relicarios, donde se guardan arquetas barrocas de madera policromada con sus reliquias.
Ocupa la hornacina central una talla de San Marcial de dinámica composición, que todavía conserva su policromía original del s.XVIII; las hornacinas laterales alojan las tallas de santo benedictino cardenal y San Simeón de Cabredo y el ático la de San Gregorio Ostiense. El dorado del retablo se hizo al mismo tiempo que las pinturas de la capilla, registrándose sus rasgos en 1.740; de él se ocupó Juan Abaro Echeverría.
Saliendo de la capilla de San Marcial y en el muro frontal del crucero se encuentra adosado un relieve romanista con la decapitación de una santa que formaba parte del antiguo retablo mayor. En este mismo lugar se emplazaba el retablo de la Inmaculada, rococó de la segunda mitad del s.XVIII, desaparecido en la actualidad; su dorado se efectuó a partir de 1.784.


 

SACRISTÍA

La sacristía es una dependencia moderna de planta rectangular, añadida a la cabecera por el lado de la Epístola tras la última restauración de la iglesia, 1.975; se ha levantado en el lugar de una primitiva sacristía del s.XVI, que tenía cubiertas góticas, debida a Sebastián de Orbara.
Dos lienzos cuelgan en esta estancia, uno de un Calvario con santo abad de comienzos del siglo XVII y otro de las änimas del siglo XVIII.


 

PILA BAUTISMAL

A los pies del templo se localiza una pila bautismal románica de piedra con taza y pedestal cilíndrico, lisos, contemporánea de la construcción de la iglesia. Ya en 1.630, estaba debajo del coro. Después de hacerse el pórtico sur se la llevó a una dependencia de éste. En la última restauración se la trasladó a donde está hoy en día, debajo del coro.


 

PILA DE AGUA BENDITA

Su valor es más histórico que estético. Se hizo en 1.690 por un importe de siete reales; se desconoce su autor.


 

EL PÚLPITO

El primitivo era de yeso endosado en una de las columas de la cúpula, se prueba que existía ya en 1.637. Éste que sirve en la actualidad de ambón, se le colocó en el mismo lugar del anterior en el año 1.711. Se trajo de Santa Cruz de Campezo y por él se pagó 225 reales. En la restauración se colocó en el presbiterio.


 

EL CRUCIFICADO

En la pared del Evangelio y muy cerca de la pila bautismal hay una talla del segundo tercio del s.XVI, de detallada anatomía, muy expresivista, y cabeza dramática; la imagen es de buena calidad, aunque desmerece por el repinte moderno.


 

PRESBITERIO

En el ábside de la iglesia se levantaba un magnífico retablo mayor romanistas del último tercio del s.XVI, hoy desmontado y repartido por toda la iglesia, aunque la mayor parte de él se almacena en el coro. Este retablo ha sido atribuido al escultor Pedro González de San Pedro pero por estilo parece más bien obra de un maestro romanista de La Rioja, en el que perduran todavía rasgos estilísticos expresivistas, en relación con Araóz y su círculo. Recientemente se ha atribuido al arquitecto Juan de Alvarado.
La complicada traza se componía de un banco, dos cuerpos divididos en tres calles por columnas jónicas y compuestas y un ático curvo entre machones. Se resaltaba la calle central por el frontón triangular del primer cuerpo y el amplio medio punto del segundo; en las calles laterales se sucedían hornacinas de medio punto y cajas rectangulares, coronadas éstas en paneles cuadrados para alcanzar la altura del arco triunfal del segundo cuerpo.
La iconografía del banco presentaba relieves con Evangelistas y Apóstoles y las tallas de San Simeón de Cabredo y San Marcial flanqueando el sagrario. Las tallas de San Juan Bautista y San Juan Evangelista ocupaban las calles laterales del primer cuerpo. En el segundo aparecía el gran relieve de San Jorge y la princesa, con fondo de paisaje, entre las tallas de San Benito y Santa Escolástica y los relieves superiores de la decapitación de una santa, y de Santa Ana, la Virgen con el Niño y San José. Culminaba el conjunto la Trinidad del ático, más las tallas sedentes de moisés y David .
Hoy sólo se conserva en el presbiterio una recomposición de la parte inferior de la calle central y del banco, donde se aprovechan los citados relieves de Apóstoles y Evangelistas, encuadrada por columnas jónicas. Incluye un friso con querubines; sobre él monta una arqueta de madera dorada, barroca del siglo XVIII, de un cuerpo gallonado y rica decoración de follajes, culminándola grupo de querubines. A ambos lados del sagrario y bajo medios puntos se sitúan las tallas romanistas de San Simeón y San Marcial, de pequeño tamaño. El resto de la escultura del retablo se encuentra en el coro.
En 1.592 los pintores Miguel de Salazar y Francisco Fernández Vallejo tasan la pintura del retablo mayor, que habían hecho Francisco de Acuña y Juan de San Juan Mijancas; todavía en 1.604 trabajaba en el dorado y estofado Francisco Fernández Vallejo.


 

DESCRIPCIÓN DE LA FÁBRICA DEL MONASTERIO

Debió existir una primitiva iglesia de la que en apariencia nada se conserva, que luego fue sustituida por la actual fábrica románica. Su construcción se llevó a cabo en el primer cuarto del siglo XII, dentro de un estilo influenciado por el aragonés, sobre todo por el románico de Jaca y Loarre. La iglesia se reformó en el siglo XVI, y afectó a la nave, cuyos alzados se retocaron cubriéndolos de nuevo. En 1997 ha sido restaurada por la Institución Principe de Viana.


 

DOCUMENTACIÓN DEL MONASTERIO

Aparece documentado el cenobio en una donación de Sancho Abarca del 992, y en otra de García el Tembloroso cuatro años posterior, en las que se menciona a Jimeno como su abad. En 1502, el rey Don García lo anexionó al monasterio riojano de Santa María la Real de Nájera, trasladándose a este cenobio muchas de las reliquias que poseía; a partir de esa fecha se convirtió en priorato dependiente de Nájera. El priorato existió hasta la Desamortización del siglo XIX.