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Mª RAMOS DIAZ DE CERIO MARTINEZ Y JOSÉ DIAZ DE CERIO MARTINEZ
El día 8 de enero de 2025 falleció en Murguía (Alava) la azueluca Mª Ramos Diaz de Cerio Martinez a los 97 años de edad y el día 7 de febrero de 2025 falleció en Huelva el azueluco José Diaz de Cerio Martínez a los 84 años de edad.
Ramos y José, conocido en Azuelo como Joselito, eran hermanos, hijos de Secundino y Leocadia. Este matrimonio tuvo otros dos hijos más Félix y Gil, también fallecidos.
Cuando Ramos y Joselito eran niños y muchos años después también, en Azuelo los chicos tenían dos carreras para elegir, una la del campo y otra la de fraile o cura. Las chicas también tenían dos carreras para elegir, una la de ir a servir a la ciudad y la otra la de monja. Ramos eligió la de monja y profesó en la congregación Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, ejerció en diversos colegios hasta que después de su jubilación recaló en Murguía donde ha fallecido. En vida de su madre Leocadia, pasaba temporadas en nuestro pueblo cuidando a su madre, Leocadia fue centenaria falleciendo a los 103 años.
Joselito eligió la carrera de fraile ingresando en la Orden Franciscana y llegando a ejercer en Perú. Tras abandonar la vida religiosa, se desposó con Rosario Natalia Jara, tuvieron dos hijos Joanna y Pepe, regresó con la familia a España estableciéndose en Huelva dedicado a comercial, donde ha fallecido. La gran distancia de Huelva hasta Azuelo no le impedía venir a nuestro pueblo para visitar a su madre. Visitas que fue espaciando tras el fallecimiento de Leocadia. Fue en 2024 cuando llegó a nuestro pueblo y como él nos dijo, venía a despedirse, ya que se encontraba enfermo.
Ramos y Joselito son dos azuelucos de la generación que les tocó vivir la Guerra Civil Española y la dura posguerra. Son muy pocos los azuelucos de esta generación que aún viven forjados bajo el fuerte sol del verano en la recolección de la cosecha y el fuerte frío de la nieve de los largos inviernos que aislaban al pueblo, donde la economía de subsistencia hacía que las mujeres amasasen el pan en casa para para cocerlo en el horno de Justo y los hombres sacrificaban el cerdo para abastecer de proteínas a la familia todo el año. Una generación fuerte y sacrificada.
Desde aquí la Asociación Santa Engracia quiere hacer llegar nuestro pésame a todos sus familiares por la pérdida de estos dos azuelucos que nuestro pueblo tardará en olvidar.