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SARITA

El día 6 de noviembre de 2019 falleció en Viana Sara Sáenz de Pipaón Maeztu, SARITA, a los 93 años de edad. Viuda de David Crespo Labeaga. Sarita…
19 Noviembre, 2019

El día 6 de noviembre de 2019 falleció en Viana Sara Sáenz de Pipaón Maeztu, SARITA, a los 93 años de edad. Viuda de David Crespo Labeaga.

Sarita era de Torralba del Río, se desposó con David Crespo, y desde entonces fijó su residencia en Azuelo en casa “Garín”, a la entrada del pueblo. Este matrimonio tuvo dos hijos, Gloria y José Javier.

Sarita pertenecía a esa generación de mujeres de las que ya van quedando pocas en nuestro pueblo; que como mujer de labrador le ayudaba al marido en las labores del campo, principalmente en verano cuando había que segar para recoger la cosecha y cuidar la huerta después de atender al ganado doméstico de casa, cerdos, gallinas, conejos, cabras…, atender las tareas de casa, su limpieza, comida, ropa…, cuidar a los abuelos y a los hijos… Vamos! De las que las 24 horas del día les cundían como 48.

El año 2009 la Asociación Santa Engracia le rindió un merecido homenaje conjuntamente con otras mujeres labradoras de Azuelo entregándole un par de espigas de vidrio como reconocimiento a toda una vida dedicada al campo.

Sarita se convirtió en la “Vigía de Azuelo”. Sí, la ubicación de su casa a la entrada del pueblo le permitía a Sarita controlar desde su azotea, convertida en atalaya, a todos los que entraban y salían del pueblo. Decía con frecuencia, “Aquí estamos pocos y nos tenéis que agradecer a los que nos quedamos en el pueblo a cuidarlo”. Sarita permaneció en el pueblo hasta que la enfermedad y la edad terminaron con su independencia y se tuvo que recluir en la residencia de Viana, donde ha fallecido. Con el fallecimiento de Sarita nuestro pueblo se vacía un poco más y ya son pocos, muy pocos los habitantes que quedan en Azuelo. Ella, mientras tuvo fuerzas, contribuyó a dar vida al pueblo; con su ir y venir alegraba las calles del pueblo, aún recordamos como llamaba en las casas de los vecinos para invitarles a melón, nueces o uvas que a ella le sobraban. Era dicharachera, generosa y devota de la Virgen de Codés que tienen a medias los de Torralba y los de Azuelo, le gustaba cantar en la iglesia y colaboraba montando un altar en la calle de su casa para la procesión del Corpus, procesión que hace muchos años que dejó de hacerse.

Hoy nos toca despedir a esta azueluca de Torralba. Despedida que será hasta siempre, porque siempre las generaciones de mayores de Azuelo la tendrán presente en su recuerdo y conversaciones.

Desde aquí la Asociación Santa Engracia presenta sus condolencias a sus hijos Gloria y Javier, Jose Javier y Ana, a sus nietos y biznietos, así como a sus familiares de Azuelo y Torralba acompañándoles durante estos días en que el recuerdo de Sarita les causará dolor y alguna lágrima.

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