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LOS SANCHEZ ECHEVERRIA DE AZUELO

El día 14 de junio la familia de los Sánchez Echevarría de Azuelo celebraron una reunión familiar en la Hospedería de Codés alrededor de una buena…
10 Julio, 2014

El día 14 de junio la familia de los Sánchez Echevarría de Azuelo celebraron una reunión familiar en la Hospedería de Codés alrededor de una buena mesa y a la sombra de la Virgen de Codés.

El apellido Sánchez en Azuelo aparece allí por el año 1880 cuando un tendero nómada, quincallero, procedente de Pozo de Urama (Palencia), José Sánchez García, llega a nuestro pueblo viudo y con un hijo, Anastasio, cuya madre era de Muro de Cameros (La Rioja) y él había nacido en Sojuela (La Rioja).  Decide José asentarse en nuestro pueblo donde se desposa con María Martínez de Bujanda Lacalle. Este matrimonio tuvo siete hijos: Isidora, Jesús, Florencio, Juliana, Julio, Valentín y Benardino. Dos de los hijos, Florencio y Anastasio se quedaron a vivir en Azuelo, el resto se dispersó por Navarra y regiones vecinas. Florencio se dedicó a la agricultura y al trato de ganado influenciado por su padre, Anastasio se dedicó a la agricultura y a ejercer de sacristán en la iglesia.

Anastasio se desposó con Goya, Gregoria Echeverría Fernández,  y se dedicó a desllecar fincas por la sierra de Azuelo para sembrarlas de cereal y patatas. Este matrimonio tuvo ocho hijos: Pedro, Daniela, Irineo, Cirila, Eugenio, Blanca, Cipriana y Lucía. Su devoción le hizo ocuparse del mantenimiento de la iglesia y ayudarle al párroco convirtiéndose en el sacristán de Azuelo. El oficio de sacristán en aquellos años estaba remunerado con un escasísimo peculio que le abonaba la parroquia. El oficio de sacristán con el señor Sánchez o abuelo Sánchez, que de las dos formas se le llamaba, llevaba implícito el cantar los oficios en “gregoriano” en la iglesia y rismar los perros, práctica esta que le proporcionaba algún dinerillo, para ello colocó la argolla y la risma en la entrada de su casa donde estuvo hasta mediados de los años setenta.

Cómo cantaba gregoriano el señor Sánchez no lo recordamos porque cuando éramos niños ya lo cantaban en el coro de la iglesia sus dos hijos Irineo y Eugenio tan bien o mejor que un coro de aquellos frailes benedictinos que habitaron en el Monasterio. Lo que sí hizo funcionar bien fue la risma de los perros casi hasta su fallecimiento. La calle del abuelo Sánchez era la única de Azuelo en la que no te encontrabas nunca un perro, entonces los perros andaban sueltos por el pueblo y en todas las casas había uno por lo menos, es fácil de imaginar por qué los perros evitaban aquella calle.

Los Sánchez en Azuelo pasaron de ser quincalleros a ser sacristanes constituyendo toda una saga. A Anastasio le sucedió en la sacristanía su hijo Irineo que en la emigración de los años setenta llegó a Bilbao, no como “desertor del arado” sino como sacristán ocupando este cargo en la iglesia de San Francisco Javier de Bilbao hasta su jubilación. Azuelo se quedó sin sacristán hasta que en los años noventa regresó al pueblo desde Bilbao su hermana Cipriana al jubilarse recuperando el puesto de sacristana para su familia.

Hoy los hijos, nietos y biznietos de los Sánchez Echevarría se han reunido en Codés procediendo de diversos puntos de la Península, de muchos, menos de Azuelo donde ya no vive ninguno, aunque mantienen habitables sus casas que ocupan algunos fines de semana y en vacaciones.

Loable costumbre la de juntarse las familias en una jornada de convivencia en estos tiempos modernos en los que los actos sociales familiares, bautizos, bodas, funerales… van disminuyendo de una forma notable. En la despedida quedaron en reunirse de nuevo dentro de dos años. ¡Felicidades familia Sánchez! por vuestra iniciativa y que cunda el ejemplo en otras familias de Azuelo.

 

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