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PASA DE LA PALOMA TORCAZ 2.010
La pasa de la paloma torcaz en Azuelo ha bajado mucho desde que se instalaron los “molinos” en lo alto de los pinos de La Salera. Ahora las palomas ven desde kilómetros antes de llegar las barreras que les impiden el paso, los “molinos”, y optan por seguir otras rutas sorteando los obstáculos.
Los días fuertes de pasa se ven unas grandes “pelotas” de palomas en dirección a Cameros por la vertical de Mendavia o más lejos. Algunas de estas “pelotas” cuando se acercan a nuestro pueblo por la vertical de Garañango hacen las delicias de los cazadores que les alegran las largas horas de espera en las chozas o puestos de paloma.
De vez en cuando algún pequeño bando de palomas sobrevuela los pinos de Mora y los de la Salera, es entonces cuando desde el pueblo se escucha el traqueteo de las escopetas.
Se acabaron los buenos tiempos de esta especie de caza cuando grandes bandos se echaban en las fincas de La Espina a comer o en los pinos de Mora a dormir; entonces si que se cazaban palomas, dicen nuestros abuelos que las traían a casa en sacos ¡Qué tiempos aquellos! Hoy son pocas las palomas que se abaten en la pasa por Azuelo mas los cazadores no pierden la esperanza de que un día sea el bueno de pasa y con ese día está justificada toda su temporada, además de disfrutar de unos soleados días de otoño oteando el horizonte o contemplando el espléndido paisaje que se aprecia desde los puestos de espera a la paloma, visión reservada para los más osados que se atreven a encaramarse en los andamios por encima de las copas de los altos pinos.
Es Asun quien nos ha recitado esta poesía de El Cazador que aquí transcribimos como homenaje a la paloma torcaz.
EL CAZADOR
Ayer subí al monte
a cazar palomas
En un alto cerro
construí mi choza
aunque muy poética
era muy incómoda.
Mirando y no viendo
pasaron tres horas
de temibles ansias
de mortal congoja
Cuando ya intentaba
el dejar la choza
y volverme a casa
a comer las sopas
oigo un blando ruido,
miro hacia la copa
de un añoso roble
lleno de bellotas
y veo extasiadas
un par de palomas
grandes como pavos
como pavos gordas.
Cojo la escopeta,
separo las hojas
que a la puntería
impiden y estorban
pero su graciosa actitud
detiene mi mano alevosa
¿Yo quitar la vida
a esas dos palomas
que son tan felices
y tan venturosas?
¿Yo manchar de roja sangre
ese plumaje, que el sol
brilla y dora?
¿Yo dejar su nido
sin su dulce sombra?
¿Yo a quien el poeta
no pocos apodan
seré tan prosaico?
No, yo no haré tal cosa
¡Marchaos palomas
y vivid felices
juntas y dichosas!
Así yo pensaba,
más la egoistona
voz del apetito
me chilla furiosa
¡Que tonto, que tonto!
Por cazar palomas
dejaste tu lecho
antes de la aurora,
trepaste los cerros,
hiciste la choza,
compraste cartuchos,
perdigón y pólvora,
te helaste de frío
y al llegar tu hora
por sensiblerías,
por razones tontas
no quieres matarlas,
pues comerás sopas
y aunque estén saladas
siempre serán sosas.
Cojo la escopeta,
separo las hojas
apunto, disparo,
al suelo palomas.
Ya las he matado,
ya están en la alforja.
Si la poesía
lucha con la prosa
siempre esta vil sierva
vence a su señora.
Asun López