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JOSE MANUEL "EL ALCALDE"
El día 30 de junio de 2018 falleció en Azuelo José Manuel Díaz de Cerio Crespo, hijo de Jaime y de Ángeles a la edad de 77 años.
José Manuel ha sido uno de los últimos labradores de Azuelo. Desde pequeño su padre, Jaime, lo cogió bajo su tutela para enseñarle cómo se cultivaba el campo en Azuelo, ya que lo abrupto del terreno no lo hacía fácil. En nuestro pueblo se utilizaban los bueyes como animales de tiro porque su paso lento y firme los hacía más estables que las caballerías labrando por las laderas.
Aprendió a uncir los bueyes, a voltear el brabán, a cuándo hacer la sementera, a aprovechar el tempero, a cuando abonar… y a recolectar la cosecha, segar a mano, acarrear con los bueyes y trillar con la “Eurravieja”, una máquina trilladora Ajuria que su padre compró en Vitoria que hizo olvidar las vueltas sin fin que daban los trillos tirados por los caballos en la era. Este adelanto de su padre, pronto lo superó José Manuel adquiriendo un tractor con todos sus aperos, que le facilitó mucho su trabajo de labrador. Fue labrador hasta su jubilación. Aguantó en el pueblo los envites que la ciudad con su industria hacía a los pocos labradores que quedaban en los pueblos y resistió el paso de los años viendo como con él se acababa su familia de labradores, ya que ninguno de sus hijos iba a continuar cultivando su hacienda.
El 26 de julio de 2008 la Asociación Santa Engracia le rindió un homenaje como labrador de Azuelo y le entregó unas espigas de vidrio para ornato y recuerdo permanente en su casa del trabajo que durante su vida laboral había realizado en Azuelo.
José Manuel de carácter jovial, franco y alegre era “terreño”, le gustaba el pueblo y el campo, pero también tenía otras aficiones, la caza y el fútbol. Hasta los últimos años de su vida tuvo escopeta con la que perseguir a las perdices y abatir a las palomas, solo o con su hermano Pepe Luis. Aún se cuenta en el bar del pueblo el chascarrillo aquel del susto que tuvo con un gran jabalí en las peñas de Las Dos Hermanas. El fútbol le apasionaba, forofo del Barcelona e hincha del Osasuna, aunque en cierto partido no tuvo inconveniente en ponerse la camiseta de El Español porque no había otra para diferenciar al portero. Los domingos en sus años jóvenes pegado al transistor escuchando Carrusel Deportivo y más tarde sentado en el sillón enfrente del televisor. Le gustaba practicar el fútbol y su puesto era el de portero, siempre que tenía ocasión y había cuadrilla suficiente, organizaba un partido en las Eras de Abajo. Después del partido a merendar con la cuadrilla a la taberna de Esteban o a la de Pedro.
Se desposó con una hija del pueblo, Bienvenida Lacalle, maestra de profesión, que ejerció en Azuelo y Los Arcos, cuando la escuela de nuestro pueblo cerró. Este matrimonio tuvo cuatro hijos, Mónica. Charo, Jaime y José Manuel
Su compromiso con el pueblo también lo heredó de su padre, Jaime, y ejerció de Alcalde al igual que él durante veinticuatro años, desde 1979 hasta 2003. Fueron años duros y difíciles para el municipio; la población descendía y se envejecía de una forma alarmante, el éxodo rural no se detenía y los recursos municipales eran muy escasos y limitados siendo años difíciles para las arcas municipales. En una entrevista que le hizo una revista finlandesa en 1995 vaticinaba que de seguir como iba el pueblo en siete años más estaría ya despoblado y abandonado; su tesón por mantener el pueblo le hizo actuar poniendo los cimientos de tres pilares que a día de hoy están sosteniendo el pueblo, la reforestación masiva de los campos de cultivo abandonados, la concentración parcelaria de las tierras que quedaban de cultivo y la instalación de un parque eólico. ¡Gracias! José Manuel, tu empeño de entonces ha merecido la pena hoy, conseguiste que tu vaticinio no se cumpliera, tu pueblo, nuestro pueblo ha superado esos siete años que tú le dabas de vida.
Su objetivo como Alcalde era que el pueblo no se despoblase y perdurase en el tiempo. Animaba a los hijos del pueblo a que regresasen a él y remozasen sus casas para que no las abandonasen y se hundiesen. Fue famosa su frase cuando se iba a solicitar permiso de obra para rehabilitar las casas presentando el presupuesto, a todos les decía ¡Pon poco, pon poco! Era consciente de que si tenían bien arregladas las casas vendrían al pueblo. En Azuelo no tenía recursos de ocio para ofrecer a los que venían de la ciudad y estaban acostumbrados a ello, pero fomentó entre ellos el deporte que se podía practicar por los campos de Azuelo de una forma individual o en cuadrilla, la caza, propiciando la creación de una asociación local de cazadores. Muchos de aquellos hijos del pueblo que regresaban a él se hicieron cazadores dándole ambiente al pueblo durante toda la larga temporada de caza.
Los hijos del pueblo también colaboraron con él y todos juntos iniciaron un proyecto de rehabilitación del pueblo; proyecto que ha cosechado muchos premios institucionales. Él recibió el año 2002 el primer premio de los seis que tiene Azuelo del Consorcio Turístico de Tierra Estella, “Concurso de Embellecimiento de Pueblos”
La labor que José Manuel hizo por su pueblo, no pasó desapercibida. Al final de su mandato como alcalde, cuando ya se retiró cansado de tanto bregar por pasillos y dependencias del Gobierno de Navarra, el 22 de junio de 2003, la Asociación Santa Engracia le rindió un merecido homenaje y le entregó una placa en agradecimiento por su dedicación y entrega al servicio de nuestro municipio.
Si grande fue el compromiso de José Manuel con su pueblo como Alcalde, no lo fue menos como persona a nivel individual. Hasta su fallecimiento fue socio de las tres asociaciones que hay en Azuelo, Asociación Cultural Recreativa Santa Engracia, Asociación Cultural Monasterio de San Jorge y Asociación de Cazadores. Disfrutaba acudiendo a la Fiesta de la Matanza, al Día de Nuestros Mayores o a la Pochada. Alardeaba dentro y fuera del pueblo del monumental Belén del Monasterio, disfrutaba como cazador con la cuadrilla en los almuerzos en la Choza de los Pastores, que se restauró en 2001 siendo el Alcalde, después de las batidas de jabalí, o de las comidas en el Corral de Ganuza tras una cacería de faisanes.
José Manuel ha sido una persona que dedicó muchas horas de su vida a nuestro pueblo, su firma dormirá en cientos de papeles en el archivo municipal y generaciones vendrán que querrán ponerle cara a esa firma.
José Manuel ha fallecido pero su recuerdo permanecerá entre nosotros muchos años; para algunos será José Manuel “El Pequeño”, es lo que tiene en los pueblos con muy pocos habitantes cuando los nombres se repiten y hay algún otro que tiene el mismo nombre que tú y hay que diferenciarlos. Pero para todos será JOSE MANUEL “EL ALCALDE”.
Desde estas líneas queremos hacer llegar nuestras condolencias a la familia por su pérdida y nos adherimos a sus sentimientos durante estos días tan difíciles por los que están pasando. Para su mujer Bienve, sus hijos Mónica y Eduardo, Charo, Jaime, José Manuel y Amaia, para sus nietos Naroa y Diego, para sus hermanos Angelines y Joaquín, Pepe Luis y Karin, Gerardo y Pilli y Eugenio, para todos un abrazo.