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EL IES QUINTILIANO POR EL MONTE DE AZUELO
El día 30 de septiembre los alumnos de 1º de ESO del IES Marco Fabio Quintiliano de Calahorra – La Rioja- acompañados por sus profesores realizaron una jornada de convivencia en Azuelo y su entorno.
Son ya siete los años que este centro escolar realiza a principio del curso una jornada de convivencia para el alumnado que inicia su periplo estudiantil en el instituto de más solera de La Rioja Baja. Jornada que año tras año se viene realizando en nuestro pueblo y su entorno ya que reúne unas condiciones adecuadas para ello, está cerca de Calahorra, no es una zona “trillada” por las excursiones de los alumnos de Primaria de Calahorra, dispone de recursos naturales y artísticos, y de una infraestructura que soluciona los problemas que en una jornada como ésta se pueden originar.
Son dos los recorridos que se les oferta, uno por el monte y la Sierra de Yoar y otro por el parque eólico. Este año dado las altas temperaturas del mes de septiembre optaron por el del monte con más sombra y abundantes fuentes para saciar la sed de los excursionistas.
Iniciaron el recorrido en el Santuario de Codés, donde los dejó el autobús. Allí los recibió Pedro, el Secretario de la Asociación, que hizo de guía y anfitrión durante todo el día. Desde Codés a través de sendas y vericuetos, que sólo los cazadores conocen, llegaron hasta la carbonera de las Dos Hermanas y desde allí a la Choza de los Pastores. Desde la Choza de los Pastores se dirigieron por San Martín y Somillo a la fuente de Fuentes Frías, llegando a las dos de la tarde al pueblo, donde comieron y descansaron. Eran las cuatro treinta de la tarde cuando los ochenta y dos alumnos con sus cinco profesores se despedían de nuestro pueblo y de Pedro para regresar a Calahorra.
Que pasaron un buen día no hace falta que nos lo digan, no hay nada más que mirar a sus caras de alegría en las fotos de la despedida. Agradecemos al IES de Calahorra que elija nuestro pueblo como punto de destino para esta actividad, ya que un día de entre semana el tropezarnos con niños por las calles de Azuelo con sus risas y bullucio lo podemos catalogar de milagro. El año que viene estaremos encantados de volver a recibirlos de nuevo.