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LOS DIFUNTOS DE AZUELO ESTAN VIVOS
Los difuntos de Azuelo están vivos, pero que muy vivos en el recuerdo de todos los azuelucos y azuelucas que perviven en este valle de lágrimas. Un año más cuando se acerca la festividad de Todos los Santos los que viven en Azuelo y los que viven fuera del pueblo regresan al terruño, unos con más tiempo otros con menos, para honrar a sus familiares difuntos.
Los pocos que viven en Azuelo y todos los descendientes del pueblo que viven fuera se ocupan con mucho esmero en ornamentar el sencillo y humilde cementerio de nuestro pueblo convirtiéndolo en el jardín más hermoso no solamente de Azuelo sino de muchos kilómetros a la redonda.
Todos los Santos es una fiesta que da mucho de sí. En su víspera, niños, jóvenes y mayores disfrutan de una noche mágica llena de luz, color, disfraces, golosinas… que dan vida a las calles y casas del pueblo. El día de la festividad, que coincide todos los años con la apertura el período de caza, los tiros de los cazadores resuenan como salvas o cohetes en honor de Todos los Santos El día de después, Día de Todos los Difuntos, el peregrinaje al cementerio se convierte en encuentro y saludos entre los azuelucos que con el fin de honrar a sus difuntos han llegado hasta el pueblo.
El cementerio de Azuelo este año está precioso, superando la belleza de años anteriores. Con la implicación tan grande que todos los azuelucos tienen en el mantenimiento del cementerio se prevé una larga duración de esta tradición de honrar a los difuntos.
Vaya también nuestro recuerdo para aquellos difuntos azuelucos que descansan por toda la jurisdicción de Azuelo desde la Sierra a la Peña de Yoar. Los variados tonos ocres de las hojas del arbolado y el magenta del zumaque en la Sierra, los frutos rojos del acebo y del berrubiete, y el verde intenso de las hojas del tejo en la Peña se convierten en la mejor ornamentación natural para estos difuntos creando un paisaje muy hermoso del que en los soleados días de otoño disfrutamos todos los de Azuelo.