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CALENDARIO 2020
ARBOLES SINGULARES Y EMBLEMATICOS DE AZUELO
Un año más la Asociación Santa Engracia de Azuelo ha editado su calendario anual para promocionar el pueblo y su entorno. El tema que lo ilustra este año son sus árboles singulares y emblemáticos que se esparcen por toda la jurisdicción de Azuelo. El calendario se entregará gratuitamente a todos los socios.
Azuelo, situado en la solana de la Sierra de Codés, al pie del pico Yoar, tiene uno de los encinares mayores y más significativo de Navarra.
El término de Azuelo esta jalonado por ejemplares de diversas especies arbóreas que son singulares y emblemáticos para nuestro pueblo.
Sirven de hitos de referencia para los lugareños a la hora de situar los términos de toda su jurisdicción; son referencia para su orientación.
De todo el conjunto de estos árboles, en el calendario se recogen doce de los más significativos. Aunque el Árbol Gordo y el Olmo de La Ribaza son ya historia que perdura en la memoria de muchos azuelucos.
El Árbol Gordo situado en la curva del ramal de la carretera que enlaza con la que va desde Torres del Río a Aguilar de Codés indicaba el límite hasta donde los niños del pueblo, allí por los años 50 y 60 del siglo pasado, podían desplazarse por esta carretera, ya que a partir de ese punto se pierde el campo visual desde el pueblo. Los niños para que no sobrepasasen este límite eran amenazados por sus padres con la llegada del “hombre del saco” o el “saca mantecas” que venían por los pueblos para llevarse a los niños. El Árbol Gordo ya es historia, fue talado por su peligrosidad al irse secando y poder caer sobre la carretera. Los niños de entonces hoy son abuelos y le cuentan estas “historietas” a sus nietos.
El Olmo de La Ribaza, durante muchas generaciones, cobijó bajo su enorme copa a las mujeres de La Ribaza que allí se juntaban entresemana en agradables tertulias para hacer punto tejiendo jerséis y calcetas o jugando a la brisca los días festivos. A su sombra jugaban los niños y niñas del “Barrio Chino de Azuelo”, así es como se le denominaba en nuestro pueblo a la calle La Ribaza por la gran cantidad de infantes que en ella vivían. Hoy todas las casas del Barrio Chino están cerradas; La Ribaza se ha vaciado. El Olmo murió de viejo, aunque la última enfermedad originó un gran hueco en su tronco donde se refugiaban los niños en sus juegos.
Los árboles singulares de Azuelo repartidos por todo el término se convirtieron en el “GPS” de los niños de Azuelo hasta los años setenta del siglo pasado cuando sus madres los montaban en el burro o en la yegua y los mandaban con las cestas de la comida en las alforjas de los ganados a las fincas donde sus padres y hermanos mayores estaban labrando, sembrando o segando la cosecha, según la época del año. El Pomar de Garañango es el que más lejos del pueblo se encuentra haciendo muga con Bargota, destino al que los niños querían ir en otoño cuando las ácidas pomas hacían sus delicias.
Hoy algunos de estos árboles están protegidos, como el Roble de La Calzada de una gran copa o el Pino del Picón, un “pino de la tierra” que con sus seis brazos se destaca de todos los demás pinos del Pinar de Mora.
El árbol por excelencia de Azuelo es la encina. La madera es densa, dura y de muy buena calidad, excelente como combustible y carbón vegetal. Por su resistencia a los golpes y a la putrefacción se usa para elaborar los badajos de los cencerros o piezas que van a estar sometidas a la humedad. Su corteza se ha usado para curtir las pieles por ser rica en taninos. Luis de Góngora, Antonio Machado y Miguel de Unamuno le han dedicado sus versos. Es un árbol tan antiguo que ya aparece en la Biblia (Gn 13,18): «Entonces Abram mudó su tienda, y vino y habitó en el encinar de Mamre, que está en Hebrón, y edificó allí un altar al Señor».
El encinar de Los Solanos y Mondarredo en Azuelo es uno de los más importantes de Navarra; en él podemos encontrar ejemplares de grandes dimensiones, que bien podríamos ver en las dehesas extremeñas o salamanquinas, destaca sobre todos la gran Encina de Los Solanos. Hoy el encinar se está extendiendo por todas las tierras que desde la mecanización del campo en los años sesenta se fueron quedando llecas cuando los tractores despacharon a los habitantes del pueblo mandándolos a la industria de “los vascos”, ya que ellos no podían laborear los campos dado lo abrupto de la orografía de Azuelo. Fue entonces cuando empezó a vaciarse nuestro pueblo; hoy está casi, casi vacío… pero sigue resistiendo.
Si paseas por el entorno de Azuelo encontrarás estos árboles y muchos más que te sorprenderán y además podrás ver las fuentes, los aljibes y los refugios que hacen tan peculiar el paisaje de nuestro pueblo. ¡Anímate a pasear!