VIII MARCHA “RUTA DE LOS LAVADEROS”

16 Junio, 2015

Un año más, y ya van ocho, las asociaciones Katxupin de Espronceda, Nuestra Sra. de Collantes de Aguilar de Codés, Peñablanca de Torralba del Río, Grupo de Senderismos de Bargota y Santa Engracia de Azuelo organizaron la VIII Marcha Ruta de los Lavaderos que tuvo lugar el día 13 de junio.

Esta marcha de senderismo tiene por objetivos promocionar y dar a conocer el patrimonio menor de los pueblos por los que discurre como son lavaderos, fuentes, ermitas, aljibes… restaurados durante los últimos años en unos casos con la colaboración de los vecinos y en otros con la Agencia Teder, disfrutar de los campos y paisajes para muchos de los participantes inéditos y desconocidos y  por último, lo que es más importante, convivir durante toda la jornada con personas de los distintos pueblos y todos los forasteros que a la jornada acuden.

A las nueve de la mañana setenta y siete senderistas con un tiempo ideal para caminar y pertrechados para afrontar la marcha partían desde el Lavadero de la Fuente de Azuelo y tras pasar por el Lavadero de La Calzada del Monasterio  se dirigieron hacia Bargota. Pronto dejaron atrás el Monasterio de San Jorge de Azuelo e iniciaron la subida al parque eólico Las Llanas de Codés con dirección a Bargota.

La primera parada fue en la grande y hermosa fuente de Las Pilas restaurada por la Asociación Santa Engracia el año 2002, donde se estableció como en años anteriores la “photocall” posando varios de los participantes para llevarse un recuerdo de esta singular fuente. Llegaron los senderistas hasta el Alto de Garañango  y pasando entre los “molinos” avistaron Bargota. Desde allí, un largo descenso los llevó hasta el frontón cubierto de Bargota donde según iban llegando se sentaban a disfrutar de un sabroso almuerzo; nada de bocadillos, un almuerzo de cuchillo y tenedor, dos huevos fritos con panceta y el vino “Joanes de Bargota”. Tras reponer fuerzas prosiguieron el itinerario visitando el monumental lavadero de Bargota, que cada año sorprende más, ya que la vegetación ornamental lo va enmarcando con un encuadre de postal; ahora sí que se puede decir de este lavadero aquello de “Limpia, fija y da esplendor” al patrimonio menor de Bargota y no como nos lo encontramos hace unos años antes de la restauración. ¡Gracias, bargotanos! Por dejarnos disfrutar de vuestro trabajo.

Desde el lavadero de Bargota los senderistas, tras pasar por la fuente de Las Espilas, ascendieron de nuevo por el valle con dirección a Espronceda, a donde llegaron a las once y media y cuyo lavadero, como el año pasado, estaba sin agua ¡Caray, espronceduchos! ¡Con lo hermoso que es vuestro lavadero! Mucho más hermoso sería lleno de agua. A ver si nos sorprendéis el próximo años y está el lavadero rebosando agua, limpio y bien cuidado. Tras avituallarse de agua y fruta en Espronceda y visitar el crucero que aquí hay, uno de los más importantes de Navarra, los senderistas continuaron por el itinerario previsto rumbo a Codés y llegaron a Torralba del Río, donde aquí sí que se sorprendieron los senderistas ya que salió a recibirlos el Alcalde, Jesús Cayetano que acababa de tomar posesión de su cargo ofreciéndoles refrescos, siendo éste su primer acto como alcalde en la legislatura que acaba de iniciarse. En Torralba visitaron los dos lavaderos que hay, como en Azuelo, el Lavadero de la Fuente y el Lavadero de La Lusa. A la salida de Torralba ya divisaron el Monasterio de Azuelo a tres escasos kilómetros, el último tramo del recorrido. En el camino que recorrieron hasta Azuelo pudieron visitar la ermita de San Simeón de Cabredo, el patrono de los labradores navarros hasta que fue sustituido por San Isidro cuando Castilla se anexionó Navarra, y el Monasterio Benedictino de San Jorge.

Eran las dos de la tarde cuando llegaban de nuevo los senderistas a Azuelo terminando el recorrido circular que habían iniciado por la mañana. Tras cambiarse de ropa y asearse un poco en los dos lavaderos, se dirigieron al Granero de Azuelo donde tuvo lugar la comida de hermandad entre todos los asistentes teniendo como plato fuerte una paella mixta de pollo, conejo y marisco precedida de entrantes y ensalada fría y continuada con dulces postres, helado, café y licores.

Tras la comida, una descansada y prolongada sobremesa puso fin a la jornada que une pueblos acortando distancias entre sus gentes relacionadas por medios de vida de antaño que tenían en común la vida social que se hacía entonces en los lavaderos y en los anexos pilones o abrevaderos para el ganado. Una jornada de convivencia que en todos los asistentes dejó un grato recuerdo y en la despedida, como ya es habitual todos los años, la frase que más se oyó fue ¡Hasta el año que viene! ¡No! ¡Que antes nos veremos en Bargota, en “La Brujería”!