V RUTA POR LAS BODEGAS BARGOTA
El día 19 de julio, miércoles, tuvo lugar a las 20´00 h. la V RUTA POR LAS BODEGAS DE BARGOTA. Esta actividad forma parte de la programación de la XIII Semana de la Brujería.
Y allí que nos fuimos los de Azuelo. Qué Bargota es tierra de vino, ya lo sabíamos desde chicos cuando en nuestra niñez los juguetes escaseaban y el ingenio abundaba, y nuestros juegos tenían mucha relación con la naturaleza; sabíamos “capar” limacos, coger nidos de gorriones por las paredes, y … más cosas, como coger un abejorro y metiéndole una pajita por el culo lo soltábamos y lo mandábamos a por un garrafón de vino a Bargota. Salía el abejorro disparado “a toda pastilla” metiendo mucho ruido, pero ninguno volvía con el encargo. ¡Un poco bruticos, sí que éramos! Es lo que entonces se llevaba, no decimos nada de las que hacían los mozos de esa época, esas sí que eran fuertes.
Que Bargota es denominación Rioja, también lo sabíamos. A estos navarros con esta denominación les tocó la lotería; de algo les tenía que valer el estar tan cerca de Logroño.
Que aún quedan más de sesenta bodegas familiares en Bargota, esto sí que no lo sabíamos. Bodegas que son historia en Bargota y algunas con mucha historia. Contaremos algo de ellas. Hasta el año pasado no supimos que debajo de nuestros pies en la bajera donde montamos todos los años el stand de La Matanza para el Mercado de la Brujería, hay una bodega de precioso calado muy bien conservada.
Esta actividad, que ya va por la quinta edición, consiste en ir de bodega en bodega visitándolas y a la salida se te invita a un vino y un pincho, previo pago en la inscripción que es preceptiva para la actividad. Este año se formaron cuatro grupos de sesenta personas inscritas en cada uno, ya que el tamaño de las bodegas no admite grupos más grandes. Cada participante recibe una copa de cristal xerografiada con el anagrama de la Brujería y que sirve para beber el vino que se ofrece en cada una de las cuatro bodegas que se visitan en la ruta durante la hora larga que dura el recorrido.
Fue Gonzalo Yániz nuestro guía en el recorrido por las bodegas. La primera bodega que visitamos fue una en la que se encontraban grabadas en un sillar de la pared las iniciales F.M. (Francisco Mendaza). Informó Gonzalo de cómo se construían las bóvedas de cañón del calado utilizando cimbras de madera sobre las que se colocaban los sillares, dovelas, de los arcos; una vez montado el arco las cimbras se iban corriendo a lo largo de la galería para evitar desprendimientos, mientras se iba excavando el suelo y se iba avanzando en la construcción de la galería.
La mayoría de estas bodegas elaboraban vino para el autoconsumo, aunque algunas comercializaban los excedentes. El origen de las bodegas es muy antiguo, se pueden datar en época romana, como la encontrada en la Villa de las Musas en Arellano, y que los de Azuelo ya hace algunos años que visitamos. De las bodegas de Bargota no se sabe su origen aunque alguna de ellas son de la época medieval. En el techo de las bodegas está la “pezonera”, un sillar tallado y calado por el que se vierte el mosto desde el lago, situado siempre encima de la bodega, a las grandes cubas de madera donde se va a elaborar el vino. En estas bodegas aún quedan grandes cubas de madera que por su tamaño se introducían en piezas y se montaban en el interior de la bodega.
La segunda bodega en visitar fue la de la casa de Juan Martín Echaide, ”El Arriero de Bargota”. ¡Qué bodega! y ¡Qué casa!. Se dedicaba Martín de Echaide a transportar mercancías con sus realas de mulos, principalmente víveres tanto para las tropas carlistas del general Maroto como para las liberales del general Espartero. Así aprovechando sus viajes de uno a otro campo llevó notas entre los generales Baldomero Espartero y Rafael Maroto durante la Primera Guerra Carlista que cristalizaron varias veces con el intercambio de prisioneros de ambos bandos en la explanada que hay delante de la emita de la Virgen del Poyo en Bargota.
Al Arriero de Bargota se le recuerda principalmente por ser el intermediario entre los dos generales, Maroto y Espartero, para comenzar las negociaciones que finalizarían con la guerra en el Convenio de Oñate, también conocido como Abrazo de Vergara (1839). Finalizada la guerra ni un bando ni el otro se acordaron de reconocer y pagar los servicios que él había prestado a la causa y en 1849 escribió un pequeño folleto, “Reseña histórica sobre los preliminares del convenio de Vergara” que envió a las Cortes Españolas para que se le abonasen sus servicios. Parece ser que a día de hoy aún no se sabe si se le abonaron los servicios; nosotros diríamos que si porque la casa que se hizo no se pagaría con cuatro reales de vellón. Sólo vimos el zaguán de la casa, pero es una casa que con la aquiescencia y permiso de sus dueños bien merece una visita.
La tercera bodega visitada en el recorrido fue la de la familia Aranzadi (Abogados) de ilustre abolengo, aunque tiene sus orígines en unos canteros de Iturgoyen que se asientan en Bargota. Habitaron en la que hoy conocemos como la Casa del Guardicionero de Bargota, al que conocimos de niños cuando venía por Azuelo a vender aparejos y collerones para los caballos y machos. Su bodega no está en su casa sino en los bajos de una de las casas más emblemáticas de Bargota, la Casa de los Diezmos y Primicias, que perteneció a la Iglesia, donde se almacenaban “los impuestos sacros” que la Iglesia cobraba a sus fieles. Esta casa se vendió con la Desamortización de Mendizábal y la compraron los Aranzadi. Los vinos de esta bodega fueron muy famosos, tanto es así que en la Exposición Mundial de Chicago de 1893 en el pabellón de España hubo “Vinos Aranzadi” de Bargota.
La cuarta y última bodega que se visitó en el recorrido fue la de la Casa Ganuza. La Casa de Ganuza está en la Plaza del Olivo y su bodega está en la parte alta del pueblo. Esta casa es famosa porque de ella es oriunda María Josefa Ganuza, esposa de Telesforo Monzón, paladín del PNV durante la Segunda República y la Guerra Civil, y tras exiliarse al finalizar la Guerra Civil regresó a España en 1977 abandonando al PNV y fundando Herri Batasuna. Como peculiaridad de esta bodega diremos que su bóveda está construida en tres tramos muy diferenciados; puede ser debido a varias ampliaciones o a la dificultad del terreno para ser excavado.
La visita a las Bodegas de Bargota fue una experiencia enriquecedora para los que la realizamos. Admiramos un patrimonio “oculto” a los ojos que visitan Bargota, y no es porque esté bajo tierra, que así es, sino porque está cerrado el resto del año. Nos ilustramos con las informaciones del guía. Aprendimos un poco de nuestra Historia cercana, o ¿Acaso alguien de Azuelo sabía quién fue El Arriero de Bargota?. Nos deleitamos al salir de cada bodega con los excelentes vinos que la bodega Biurko Gorri nos servía en nuestra copa grabada, que nos trajimos a casa como recuerdo de la actividad. Nos merendamos unos sabrosos pinchos acompañando a cada uno de los vinos preparados con mucho cariño por mujeres y hombres de Bargota que voluntaria y altruistamente elaboraron durante toda la tarde para agasajarnos a los visitantes de las bodegas. ¡Gracias, majos!
Todo en Bargota no es “Brujería”, bueno sí, porque si se han conservado estas bodegas a través de los tiempos, podemos decir que ha sido por cosa de Brujería. Dicen que en Viana también hay bodegas como éstas; habrá que ir a visitarlas, ¡Claro! Allí también tenían a su bruja Endregoto, “La cieguita de Viana”. Si aún no has visitado las bodegas de Bargota, lo podrás hacer el próximo año. No pierdas la ocasión, que sólo es una vez al año.