A SANTIAGO DE COMPOSTELA DESDE AZUELO II

07 Junio, 2016

En este segundo apartado de la actividad “A Santiago de Compostela desde Azuelo” se recoge la etapa Burgos-León

BURGOS-LEON

El 23 de mayo partía de Burgos la expedición de azuelucos y desojanos que el día anterior habían iniciado el viaje a Santiago de Compostela.

A las ocho de la mañana el autobús abandonaba Burgos y tras pasar por Tardajos, Olmillos de Sasamón y Villandiego llegó a Hontanas, donde el GPS le jugó una mala pasada ya que en su búsqueda de las ruinas del Convento de San Antón lo metió hasta el centro del pueblo sin una salida hacia adelante y tuvo que retroceder medio kilómetro marcha atrás. Este incidente del autobús se lo tomó con mucha flema el ducho conductor, Tiberio, que metro a metro volvió a colocar el autobús en la ruta correcta dejando a los viajeros al pie de las ruinas del convento de San Antón, impresionante conjunto monumental, que pese a su avanzado estado de ruinas mantiene aún un considerable interés, permanecen algunos muros, contrafuertes y la portada principal, la carretera atraviesa el pórtico.

Tras visitar las ruinas del Convento, que acogen un sencillo y humilde albergue, prosiguieron el itinerario pasando por Castrojeriz donde vieron la colegiata de la Virgen del Manzano, fundada en el S.IX y reconstruida en estilo románico ojival en el S.XIII, llegaron al Puente Fitero o Ponteroso, confluencia de carretera y camino, y límite provincial entre Burgos y Palencia donde comienza Tierra de Campos, dejando atrás los páramos de Burgos, tanto unas como otras, tierras de cereal. El puente mandado construir por Alfonso VI, rey leonés, extiende sus once arcadas de sillería sobre el cauce del Pisuerga. Un gran mojón presidido por un bajorrelieve de una vieira anuncia la entrada en la provincia de Palencia. Después de posar en el mojón del puente prosiguieron viaje hasta Boadilla del Camino, nueva reunión de carretera y camino. La fisonomía de esta población y las que fueron viendo después, experimenta algunos cambios, la piedra deja de ser un elemento importante y el adobe y el tapial son utilizados cada vez más. En la plazuela que se abre en la parte posterior de la iglesia, junto al ábside se yergue el rollo jurisdiccional, s. XV, de estilo plateresco, al que eran fijados con cadenas los condenados a escarnio público. El fuste, profusamente labrado y decorado con motivos jacobeos, está rematado por una alta cimera.

En Boadilla hicieron un prolongado descanso en los jardines y bar del albergue “En el Camino” del que visitaron sus instalaciones, uno de los más cuidados del Camino. Tras tomar un aperitivo y un café reanudaron el viaje hasta llegar a Fromista. A la entrada de la ciudad se detuvieron para admirar las esclusas del Canal de Castilla mandado construir en 1753 por el riojano Zenón de Somodevilla y Bengoechea Marqués de la Ensenada, ministro del rey Fernando VII. Las esclusas servían para salvar los desniveles existentes en el terreno para permitir el paso de las barcazas. Ya en el centro de la ciudad visitaron la iglesia de San Martín, la mayor joya artística de todo el románico castellano; además de los capiteles y canecillos destaca la decoración a base de líneas de impostas ajedrezadas, el llamado “taqueado jaqués” al igual que el Monasterio de Azuelo. La iglesia fue mandada construir por la esposa del rey Sancho III el Mayor de Navarra, doña  Mayor, condesa de Castilla.

Eran las dos de la tarde cuando la expedición llegó a Villalcázar de Sirga, sede de una importante encomienda templaria con la gran iglesia románica de transición al gótico fortificada, Santa María La Blanca. Después de visitar la iglesia se dirigieron al Mesón Villasirga donde fueron recibidos por su mesonero mayor Pablo Payo, fallecido y reproducido en bronce, sentado a la puerta de su mesón, mirando a la iglesia, que  espera impasible la llegada de peregrinos. En el interior del mesón fueron recibidos por el mesonero Javier Payo Ortega hijo de Pablo Payo, Mesonero Mayor del Camino de Santiago, que les invitó a sentarse a su mesa donde les sirvió una frugal comida castellana que con el lechazo asado como plato estrella. El menú se compuso de entremeses: queso de oveja, cecina, chorizo casero, lomo de olla, morcilla del mesón. Sopa aldaba. Lechazo asado en horno de leña con ensalada. Postre de la casa. Agua, vino de la casa y café; terminó la comida con la elaboración por el mesonero del licor del peregrino con el que brindaron todos los viajeros por un feliz viaje.

Desde Villalcázar un grupo de los viajeros salió andando hasta Carrión de los Condes, el resto prosiguió en autobús hasta la entrada de la ciudad, donde una vez todos juntos recorrieron la localidad hasta el Monasterio de San Zoilo; allí tomaron un refrigerio reanudando de nuevo el viaje y tras pasar por Sahagún llegaron a León. Durante la espera de la salida del autobús en Villalcázar para dar tiempo a que los que iban andando llegasen a Carríón, apareció en el porche del mesón  Mª Carmen, una vendedora del cupón de la ONCE de Carrión que salía al encuentro de peregrinos para vender el cupón. Mª Carmen, extrovertida y jovial se “quedó” con el grupo vendiendo a todos su cupón y no contenta con esto se lanzó en su coche en busca del resto del grupo que iba andando al que también vendió sus cupones. Mª Carmen es uno de esos personajes pintorescos que se encuentra el peregrino por el Camino. Si peregrinas y pasas por Carrión, seguro que a Mª Carmen le comprarás un cupón.

Al llegar a León se alojaron en el hotel Quindós y después de cenar cursaron una visita verpertina-nocturna por el León monumental. Tuvieron la oportunidad de visitar el Hostal de San Marcos, lugar jacobeo por excelencia, edificio plateresco profusamente decorado con veneras e imágenes del Apóstol; recorrieron las instalaciones de la planta baja y sellaron sus credenciales. La visita por el casco antiguo de la ciudad la iniciaron con la visita a la  Basílica de San Isidoro y la Catedral; se les echó la noche y aún visitaron las murallas iluminadas terminando el recorrido en el Café-Concierto La Lola, cuna del grupo musical Café Quijano, regentado por su padre Manuel Quijano que aún canta mejor que los hijos, antes de retirarse al hotel a descansar para iniciar al día siguiente la etapa de León a Ponferrada.