ROMERIA A SAN SIMEÓN 2022
El día 19 de junio, domingo anterior a San Juan, los de Cabredo vinieron en romería hasta la ermita de su santo, San Simeón monje benedictino, cuyos restos descansan en una arca en la iglesia del Monasterio de nuestro pueblo.
En la visita a su Santo en Azuelo, los de Cabredo le piden que bendiga los campos y que los riegue con la última agua antes de que llegue el verano para que engorde el grano del cereal y la cosecha sea abundante.
Como todos los años para las once de la mañana ya estaban algunos “pelones” (topónimo de los cabredanos) en los Planillos de la iglesia. Poco a poco fueron llegando el resto hasta que lo hizo el transporte del pendón rojo de Cabredo para iniciar la procesión de la romería.
Iniciada la procesión hacia la ermita de San Simeón abría el paso el pendón rojo de Cabredo, tras él cuatro fornidos mozos portaban el arca del Santo. Una procesión con muchos menos pelones que otros años y muy poquitos judíos (los de Azuelo). Si el último año que vinieron, en 2019 antes de la pandemia, la pequeña ermita, estuvo medio llena o medio vacía, como se prefiera, este año estuvo vacía del todo, ya que unas grietas aparecidas en sus paredes desaconsejaban entrar en ella para los ritos litúrgicos. Los pocos romeros que asistieron a la romería permanecieron en el exterior agasajando al Santo que estaba sobre una mesa atado a un árbol, eso sí con su libro de sabiduría y un manojo de espigas.
Tras la bajada a la ermita a visitar al santo y cantarle sus loas, los pocos romeros que hasta la ermita llegaron, regresaron a los planillos de la iglesia y tras acomodar la arqueta del Santo junto al altar mayor de la iglesia, se dio buena cuenta del almuerzo que el Ayuntamiento de Cabredo sirvió a los romeros y a los que allí se llegaron, tanto de Cabredo como de Azuelo, que no habían visitado al Santo.
Después del almuerzo, a misa. Y terminada la de misa, unos a tomar el vermut al bar de la Asociación Santa Engracia y otros a preparar la comida en la nave de José Manuel, ya que no se les permitió hacer la paella en el pórtico de la iglesia como es tradición. Una paella muy bien compuesta y en su punto que hizo las delicias de pequeños y mayores.
Gracias tienen que dar los de Cabredo a esa generación de jóvenes que están recogiendo de sus mayores la tradición de la romería y que le aportan alegría y frescura, unos preparando las ensaladas, otros haciendo de cocineros, otros preparando las mesas… Los de Azuelo ya no van ni los mayores. ¡Pobre San Simeón! Bien que se acordaban los de Azuelo de él cuando eran todos labradores y al llegar los nublados sacaban sus reliquias al pórtico para que aplacase la ira de la tormenta o bajaban en rogativa a su ermita cuando el agua no llegaba en la primavera. Será que ya no quedan labradores en Azuelo. Qué tiempos aquellos medievales cuando San Simeón era el patrón de todos los labradores navarros.
Puntuales a las seis de la tarde en las escalerillas de la Ludoteca llegaron pocos pelones y muy pocos judíos para hacer la despedida de la romería, que hasta hace pocos años se hacía en la puerta de la casa del Americano, a diez metros de distancia, donde además de la despedida se rezaba un responso por todos los pelones que habían fallecido durante el año y es que en esta casa en un tiempo falleció uno de los romeros de Cabredo.
La romería terminó como empezó, con muy pocos romeros. Quien no faltó fue el Hermano Jesús y tras los cantos de despedida al Santo y la ya clásica jota de Gaspar, la famosa frase: ¡Adiós, hasta otro año, adiós! Que dicha con la sonrisa de Arantza, la alcaldesa de Cabredo, no tenemos duda de que el próximo año los de Cabredo volverán.. ¡Adiós, cabredanos! ¡Y que el próximo año nos juntemos todos los de este año y otros muchos más que nos acompañen, tanto de Cabredo como de Azuelo!