ROMERIA A SAN SIMEON 2017

05 Julio, 2017

El día 18 de junio, domingo anterior a San Juan, los de Cabredo vinieron en romería hasta la ermita de su santo, San Simeón monje benedictino, que tenemos en Azuelo.

Antiguamente los de Cabredo venían todos andando por el monte siguiendo el rastro de las mulas que arrastraron al Santo hasta el Monasterio de Azuelo. Según la leyenda, cuando sus convecinos lo echaron del pueblo a peñazos por la envidia que le tenían. Y es que Simeón era un labrador devoto, tan devoto que mientras él oraba los ángeles se encargaban de labrar la pieza en invierno o aventar la parva en verano. Los vecinos del Santo llevaban muy mal lo que él hacía, ya que a ellos no venía nadie a ayudarles.

Más tarde venían unos andando y otros en caballerías. Fue con la llegada de la motorización, motos y coches, cuando el número de romeros andantes fue descendiendo. Algunos, poquitos, poquitos, aún mantienen esta tradición y llegan andando al Monasterio como cuentagotas.

En esta visita le piden al Santo que bendiga los campos y que los riegue con la última agua antes de que llegue el verano para que engorde el grano del cereal y la cosecha sea abundante. Este año les ha hecho caso, una vez más, porque lleva toda esta semana en la que llueve poco o mucho todos los días. Como se les ocurra algún año no acudir a la cita, no va a llover, va “apedriar” y adiós cosecha.

Para las once de la mañana ya estaban algunos “pelones” (topónimo de los cabredanos) en los Planillos de la iglesia. Poco a poco fueron llegando el resto hasta que lo hizo el transporte del pendón rojo de Cabredo para iniciar la procesión de la romería.

Uno que no falta ningún año a la cita es el Hermano Marista Jesús Orte, que es quien se encarga de los oficios religiosos de la procesión porque tanto el párroco de Cabredo como el de Azuelo se convierten el domingo en “correcaminos” de parroquia en parroquia y no llegan a tiempo a la procesión. ¡Gracias, Hermano Jesús! ¡Qué labor haces en nuestro pueblo!

Iniciada la procesión hacia la ermita de San Simeón abría el paso el pendón rojo de Cabredo, tras él cuatro fornidos mozos de Cabredo portaban el arca del Santo, que dado su estado habrá que ir pensando en restaurarla. Una procesión con pocos pelones y muy pocos judíos (los de Azuelo). Ni tan siquiera se llenaron los ocho bancos que tiene la ermita. Tras los saludos y cánticos al Santo se inició el regreso al Monasterio circundando la ermita, tradición que no se pierde, por el momento. La procesión fue recibida en los Planillos del Monasterio por un grupo numeroso de pelones y judíos que ya estaban alrededor de las mesas llenas de viandas para el almuerzo. Pelones y judíos, judíos y pelones todos revueltos dieron buena cuenta del almuerzo.

Tras el almuerzo, todos a misa. Bueno, todos, todos… Y después de misa, unos a tomar el vermut al bar de la Asociación y otros a preparar la comida, unas carrilleras que estaban de muerte, qué bien olían. Gracias tienen que dar los de Cabredo a esa generación de jóvenes que están recogiendo de sus mayores la tradición de la romería y que le aportan alegría y frescura, unos preparando las ensaladas, otros haciendo de cocineros, otros preparando las mesas y otros como Iratxe y Nagore haciendo sonar unos alegres acordes a sus triquitrixas.

Puntuales a las seis de la tarde, en la puerta de la casa del Americano, pocos pelones y muy pocos judíos, la romería terminó como empezó, se juntaron para hacer la despedida. Quien no faltó fue el Hermano Jesús y tras el responso por los difuntos que este año han fallecido no pudiendo asistir a la romería y los cantos de despedida al Santo, la famosa frase: ¡Adiós, hasta otro año, adiós! Que dicha con la sonrisa de Arantxa la alcaldesa de Cabredo no tenemos duda de que el próximo año los de Cabredo volverán. Tampoco faltó, como ya es tradicional, la jota de Gaspar. ¡Adiós, cabredanos! ¡Y que el próximo año nos juntemos todos los de este año y otros muchos más que nos acompañen, tanto de Cabredo como de Azuelo!