FIESTA DE LA MATANZA EN AZUELO.
LA MATANZA DEL CERDO, UNA TRADICIÓN EN EXTINCIÓN.
El día 24 de febrero de 2018, la Asociación Santa Engracia celebró la “XIX FIESTA DE LA MATANZA” en Azuelo.
La costumbre de matar al cerdo, cocho le llamamos en Azuelo, la matanza, se ha perdido ya en nuestro pueblo desde hace años. La matanza ya no se realiza ni en nuestro pueblo, ni en los aledaños, es por ello por lo que podemos afirmar que es una tradición en extinción o quizás se haya extinguido ya.
La tradición de la matanza, que hasta hace unos años era una costumbre obligada en los meses de invierno y que se convertía en un motivo más para el reencuentro familiar y vecinal en numerosas localidades de Navarra está desapareciendo de nuestra geografía. Parece que esta actividad, una mezcla de espectáculo, gastronomía y reunión social, no encaja en la actual sociedad de las nuevas tecnologías, de internet y de la globalización.
Los nuevos estilos de vida, que han pasado de ser rurales a transformarse en urbanos sin que medie una convivencia pacífica entre ellos han contribuido a la desaparición de esta tradición. La despoblación en el ámbito rural propicia que se haya perdido también el hábito de criar al cocho que después se sacrificaba ese año, a la que se suman las dificultades para encontrar un buen “matarife” con maña y que se atreva a despiezar al cocho.
Con la desaparición de la matanza se van otras tradiciones, rituales e incluso vocabulario, palabras que han dejado de usarse y que no tienen sentido en otra parcela de la vida cotidiana.
Antes, el día de la matanza era una auténtica fiesta en la que se reunía toda la familia con los vecinos y se aprovechaba para reponer la despensa para todo el año con productos hechos en casa. Ahora, año tras año con éste ya son diecinueve, nuestra asociación viene recreando la matanza con aire de fiesta y reunión de socios, vecinos y simpatizantes que asisten a la elaboración de chorizos y morcillas a la tradicional usanza.
Este año amaneció el día de la Matanza en Azuelo con un sol radiante propio de verano y con una temperatura muy baja, propia del invierno en el que estamos. A las diez de la mañana la bocina del panadero anunciaba que era la hora de almorzar y los primeros comensales se iban acomodando en las mesas del Granero guiados por el olorcillo del picadillo que acompañado de un par de huevos y unas tiras de panceta componían un sabroso plato combinado del que dieron buena cuenta sesenta y seis valientes, de todas las edades que se atrevieron con él. Como en años anteriores llegaron a Azuelo comensales de los pueblos vecinos para participar en esta fiesta; vinieron de Torralba, Espronceda, Desojo, Genevilla, Los Arcos y Mendavia. El nuevo aparcamiento a la entrada del pueblo se ocupó pronto y los coches se fueron aparcando por todos los rincones de las calles. No faltaron a la cita azuelucos y simpatizantes llegados de distantes lugares, vinieron de Logroño, San Sebastián, Pamplona, Vitoria, Bilbao, Santander, Escoriaza, Madrid y Tarragona…
Tras el almuerzo, como ya es tradicional mientras unas socias de la Asociación Santa Engracia hacían una demostración de la elaboración de chorizos y morcillas, tal como les enseñaron sus madres y abuelas, otras se afanaban en cocinar unas grandes cazuelas de alubias con “sacramentos” para la comida. ¿Hasta cuándo podrán estas socias seguir elaborando estos embutidos? Ellas van cumpliendo años y el relevo generacional no llega
Terminada la elaboración de los chorizos y las morcillas se evacuó el salón de El Granero para acondicionarlo para la comida. Eran las tres de la tarde cuando el salón El Granero abrió sus puertas de nuevo y su aforo se completó.
En animada conversación dio comienzo la comida con unos entremeses de cogollos de Tudela, espárragos y jamón que dieron paso a unos boles de humeantes y sabrosas alubias acompañadas de berza y guindillas. La conversación fue decreciendo mientras llegaban a la mesa grandes fuentes cargadas con los “sacramentos”, costilla, chorizo, panceta y tocino regadas con vino de Bargota. Para postre hubo unas lustrosas naranjas llegadas la víspera desde Valencia y tras el postre el café acompañado con tarta de manzana y chupitos de licores.
Terminada la comida, el concierto ofrecido por el Mariachi Los Tenampas animó la sobremesa con lo mejor de su repertorio de rancheras y corridos mejicanos. Los asistentes a la comida participaron en la fiesta que el mariachi montó, unas veces coreando sus canciones y otras bailándolas. El concierto se prolongó hasta que el encendido de las farolas de las calles anunciaron que la tarde se terminaba y era hora de acabar la fiesta y regresar a los lugares de origen
Un año más, tradición y convivencia se han unido en Azuelo en una jornada inolvidable para los que han asistido a ella ¡Gracias a todos los asistentes! Y una vez más, gracias a los organizadores de la actividad, a quienes se encargaron de montar y desmontar la infraestructura de comedor y cocina y especialmente gracias a ese grupo de socias que tanto se esfuerzan en esta fecha para hacer el almuerzo y la comida y que nos deleitan con unos sabrosos manjares como son la alubias con sacramentos y los chorizos y morcillas que ellas elaboran a la manera tradicional de Azuelo; les animamos a que continúen en ello mientras puedan porque el día que ellas no elaboren los embutidos se acabará definitivamente esta tradición que hoy se ha convertido en la fiesta más emblemática de nuestro pueblo.
Ahora queda que se curen los chorizos y las morcillas con el buen aire que corre por la Sierra de Codés y que los socios degustarán en la sociedad a lo largo del año. Recuerda que si quieres probarlos, el próximo año no te pierdas LA FIESTA DE LA MATANZA, el último sábado de febrero.