EXCURSION A BILBAO

15 Julio, 2012

            El 7 de julio, San Fermín, los de Azuelo cambiamos el bullicio y aglomeraciones de Pamplona por el sosiego y la soledad de la Ría de Bilbao. Como ya es tradicional en estos viajes nos acompañaron algunos de Espronceda y de Desojo, que para nosotros son como de Azuelo de toda la vida.

            Nunca en Azuelo habíamos pensado que un día íbamos a ser los dueños de la Ría de Bilbao, navegando en un barco nosotros solitos admirando la evolución de las márgenes de esta Ría que la colonia de Azuelo en Bilbao ha visto transformarse con el paso de los años desde que ellos llegaron.               Fueron varias las familias de Azuelo que en el éxodo rural de los años sesenta llegaron a Bilbao; la de Pecho fue de avanzadilla, después le siguieron la de Eugenio, la de Irineo, la de Jesús de Valeriano, la de Crucito, la de Pedro, la de Salvador y algunos mozos como el Rojillo y Gerardo. Ocho familias, ocho casas que se cerraron en Azuelo y llegaron a Bilbao en busca de una mejor calidad de vida, que afortunadamente y gracias a su trabajo allí encontraron todos sus miembros. Actualmente esta colonia se ha reducido mucho, unos regresaron a Azuelo, muchos han fallecido y a otros los avatares de la vida cada vez más globalizada los llevaron a otras ciudades. Entre los que aún permanecen en Bilbao hay un buen embajador de Azuelo, Manolo San Emeterio, que hizo muy ufano de guía para todos sus paisanos. ¡La lástima es que sólo vengáis para un día porque no podremos ver todo!, nos dijo.               Bilbao sorprende por los cuatro costados. A quienes la visitan por primera vez les fascina, mientras que quienes la conocieron hace más de 20 años se muestran enormemente sorprendidos por el hecho de que una ciudad que hace años ofrecía un aspecto puramente industrial hoy en día se haya convertido en un destino turístico de primer orden. Allí llegan turistas de todos los rincones de Europa y Estados Unidos, y por supuesto de Azuelo.               La recuperación de espacios urbanos ha permitido que las márgenes de la Ría se conviertan en espacios de ocio ofreciendo a su paso una imagen amable y acogedora de la ciudad. El detonante fue la inauguración del Museo Guggenheim en 1997 siguiendo una cadena de actuaciones en edificios históricos y emblemáticos del primitivo Bilbao o con la construcción de otros de diseño y arquitectura vanguardistas.               Iniciamos la excursión con la visita al Guggenheim fascinados por su arquitectura y por supuesto que sacándonos una fotografía para el recuerdo con Puppy. Desde allí nos dirigimos al embarcadero del muelle del Ayuntamiento para embarcarnos en una nave de Bilboats y recorrer toda la Ría admirando su “milla de oro” Abandoibarra: Torre de Iberdrola, Puente Ayuntamiento, Zona Uribitarte, Puente Zubizurri, Torres Izozaki, Puente de la Salve, Guggenheim, Pasarela Padre Arrupe, Univesidad de Deusto, Puente de Deusto, Edificio del Tigre, Puente y Palacio Euskalduna, Museo Marítimo de Bilbao y el Area de Zorrozaurre y Olabeaga.               Tras el paseo en barco cogimos el Metro para ir a comer a Santurce. ¡Los de Azuelo en barco y en Metro! ¿Quién nos lo iba a decir?. No comimos sardinas sino un menú de sidrería con bacalao y chupetón de los que no se lo salta un gitano. Por la tarde visitamos el Puente Colgante, pasamos en su transbordador y ascendimos en un ascensor panorámico a la galería que lo cruza de una margen a otra de la ría desde donde disfrutamos de las mejores vistas de Bilbao y desde lo alto del puente vimos el Campeonato de Traineras de Euskadi.

            Al bajar del Puente llegó la hora de dejar Bilbao y de despedirnos de Manolo, que como él bien dijo “¡La lástima es que no pudimos ver todo!”. ¡Volveremos, Manolo! La próxima iremos a… ¡Las Siete Calles! y como ya estará terminado el nuevo San Mamés, seguro que entonces también veremos la gabarra de tu Athletic, que este año te ha hecho sufrir mucho y lo celebraremos en Pozas.