BODA DE NURIA Y MIGUEL LA ILUSIÓN DE UNA ABUELA

19 Abril, 2017

Sí, la ilusión de una abuela, de la abuela Ascensión Díaz de Cerio Gámiz, que falleció el día 22 de enero de este año,  la hizo realidad su nieta Nuria.

Ascensión, con varios nietos y nietas, siempre tuvo la ilusión de que uno de ellos se desposase en la iglesia del Monasterio de su pueblo, de nuestro pueblo, Azuelo, donde ella se desposó. Así se lo hacía saber a sus nietos y una de ellos, Nuria le dio una gran alegría cuando le dijo que ella se casaba en Azuelo. Ascensión falleció dos meses antes de la boda no pudiendo ver como su ilusión se hacía realidad. Nuria tuvo muy presente ese día a su abuela; antes de entrar a la iglesia del brazo del padrino, su padre José Luis, entró al cementerio donde reposa Ascensión y muy emocionada le dijo a su abuela: ¡Abuela, ya estoy aquí!

Amaneció en Azuelo el día 18 de marzo de 2017 un día esplendoroso, y no era para menos. Ese día, por obra y magia de Nuria y Miguel, Azuelo se convirtió en el centro del “mundo”. Todos los caminos desde donde provenían los invitados convergían en Azuelo y por si algún despistado no se había enterado un gran panel al comienzo del Paseo del Monasterio, junto al Lavadero de La Calzada, así lo anunciaba. El alegre repiqueteo de las campanas de la iglesia anunciaba que era un gran día de fiesta en Azuelo, Nuria y Miguel contraían matrimonio. Los coches invadieron calles y plazas del pueblo más dos autobuses que desde Logroño llegaban también repletos de invitados.

La azueluca Nuria Miguel Zamora, hija de Teofi y José Luis, nieta de Julio Zamora y Ascensión Diaz de Cerio, se desposaba con el joven Miguel Briñas Herce, descendiente del bello pueblo de Peñacerrada, en la Montaña Alavesa, muy cerca de Azuelo. Nuria y Miguel llevan muchos años afincados en Pamplona, donde viven y trabajan.

Los invitados y vecinos del pueblo abarrotaban la iglesia cuando Miguel del brazo de la madrina, su madre Yolanda, entró en la iglesia como mandan los cánones a esperar a la novia. El fuerte contraluz de la portada le impedía a Miguel ver si llegaba la novia hasta que los susurros de los invitados y una canción de bienvenida de las muchas que su hermana Laura interpretó a lo largo de la ceremonia en varios idiomas, le anunciaron que Nuria llegaba del brazo de su padre José Luis.

La ceremonia celebrada por Gerardo Solas, fraile capuchino de la parroquia de Valvanera de Logroño, amigo de los jóvenes contrayentes, fue muy participativa y amena. Gerardo incitaba a los amigos de los novios, a sus hermanos y primos a participar en la boda. La respuesta fue masiva y a lo largo de la ceremonia, en un momento u otro todos fueron pasando por el altar, unos con las lecturas religiosas, otros con las “biografías” de los novios, otros como Iván, el hermano de Miguel, encendiendo el cirio,  Laura deleitaba a todos los asistentes con sus bellas canciones, interpretadas por primera vez como solista a solicitud de la que en ese momento pasaba a ser su cuñada, Nuria, mientras los niños asistentes a la boda también pululaban por el altar aportando complementos para la ceremonia.

Terminada la ceremonia y tras las fotografías de rigor para dejar fiel constancia de lo acaecido ese día en Azuelo, contrayentes, familiares, invitados y vecinos del pueblo se trasladaron al Granero para tomar todos juntos un aperitivo antes de asistir al banquete nupcial en Logroño.

Eran las dos de la tarde cuando la comitiva con los nuevos esposos, seguidos por una serpiente multicolor de coches y los autobuses dejaban la sinuosa carretera de Azuelo y por la autovía llegaban al restaurante Delicatto de Logroño. A la entrada del restaurante les esperaba una grata sorpresa a los invitados, fue su autora una amiga de Nuria, Marian, quien la diseñó, al igual que la tarjeta de boda y el panel de Azuelo como centro del “mundo”. Los números de las mesas marcados sobre rodajas de encina de Azuelo estaban personalizados con nombres de los términos de donde procedían los novios, sus padres e invitados, Azuelo, Ajamil, Peñacerrada, Logroño… Tras el banquete, el baile nupcial se prolongó toda la tarde hasta que se hizo hora al atardecer de tomar un piscolabis antes de que los jóvenes continuasen con una noche de jarana en una discoteca. Y… es que fue un día tan bueno para todos, el que pasaron, que se resistían a que se acabase.

Fue una jornada muy feliz para todos los que asistieron Desde aquí queremos felicitar a los contrayentes, hacerles llegar nuestra enhorabuena tanto a ellos, Nuría y Miguel, como a sus padres, Teo y José Luis, Raúl y Yolanda, y a sus hermanos, Luis Mi, Laura e Iván, y agradecerles a todos el haber venido a nuestro pueblo a celebrar la boda. ¡Gracias, Nuria y Miguel! Os deseamos que seáis muy felices. La vida es bella y dulce; tan dulce como ese tarrito de miel con el que obsequiasteis a los invitados. ¡Que seáis felices!