AZUELO VISITA LA CUEVA DE JUAN LOBO

01 Septiembre, 2010

La Asociación Santa Engracia viene realizando desde 2.001 un programa de actividades de senderismo bajo un epígrafe muy didáctico, “Descubrir Nuestro Entorno”. Este año el objetivo ha sido conocer la Peña de la Concepción,  es esta peña la más oriental de la Sierra de Codés en la confluencia de los valles de La Berrueza y de Aguilar, en los dominios de Juan Lobo, aquel bandido que fue lanceolado en 1523 por el caballero Pere de Mirafuentes y que los cofrades de la cofradía de San Juan de Torralba del Río rememoran su captura en las Fiestas de San Juan con la recreación de la captura del “Moro” y el Baile de la Balsa.

Fueron sesenta y nueve azuelucos, cincuenta y cinco adultos y catorce niños los que a primera hora de la mañana del pasado día 19 de agosto cuando tras visitar las ruinas de la “Ermita de la Concepción” iniciaron la escalada entre encinas y canchales superando el muro ciclópeo en piedra seca que existe en esta zona para acceder hasta la Cueva del Moro.

Entre bojes y chaparros los expedicionarios dieron con la cueva de Juan Lobo donde unos en el interior y otros en el exterior posaron como recuerdo de su estancia en este histórico lugar. No conformes con su hazaña prosiguieron ascendiendo por esta peña recorriendo las terrazas rocosas del castillo de Punicastro, sus murallas naturales. hasta llegar a la “torre del homenaje”, la atalaya más alta de la peña coronada hoy por una cruz de hierro con una inscripción que da la bienvenida a todos los osados que se atreven a hollarla; en esta misma peña a cuatro metros de la cruz de hierro se encuentran las muescas, aún visibles, donde estaba colocada la campana que en la Edad Media cuando el castillo ejercía de fortificación de la zona se hacía tañer ante la presencia de enemigos por los valles de sus dominios para avisar a la guarnición del castillo alojada al pie de la peña, lo que hoy son las ruinas de la ermita de la Concepción.

Un corto pero intenso y bravío recorrido de una satisfactoria jornada que  culminaron con una comida popular en el Santuario de Codés y que los de Azuelo recomiendan a quien no conozca este rincón de Navarra y esté interesado por las andanzas de Juan Lobo y encontrar .todos los “secretos” que la Sierra de Codés guarda con celo.

El punto de partida de este recorrido es el Santuario de Codés por un camino del monte que pasando por “el chalet del monte”,  refugio de palomeros en los cincuenta del pasado siglo y después ocupado como lugar de colonias y campamentos para niños prosigue hasta las ruinas de la Ermita de la Concepción, antiguo reducto de las tropas del castillo de Punicastro, que siglos anteriores fue un cenobio de eremitas esparcidos por los valles y montes de esta zona, más tarde ermita y que terminó sirviendo de corral para el ganado.
 
En la historia de este paraje se mezcla realidad y ficción, elementos históricos y legendarios protagonizados por moros, monjes, brujos, cuevas, bandidos y combates épicos como el ya mencionado  de la captura de Juan Lobo.

Las noticias referentes al castillo de Punicastro, Malpica o Malpico, de las tres formas denominado documentalmente, son muy escasas. Las primeras proceden de los siglos XI-XII y se limitan a recoger los nombramientos de los encargados de su conservación y vigilancia (el primer castellano del que se tiene conocimiento allá por 1.182, es Gómez Martínez y el último data de 1.464 y respondía al nombre de Fortuño de Toledo). La última proviene de un mapa del Reino de Navarra incluido en un atlas de Johannes Blaeu editado en los Países Bajos y donde Musicastro figura al lado de Torralba, Azuelo y Genevilla.

La situación de Punicastro coincide con la estribación más oriental de la Sierra de Codés o Peña de la Concepción (1.093 m.) Se yergue sobre la carretera que une Torralba con Otiñano a kilómetro y medio del Santuario de Codés. La vía de acceso hasta la cumbre es cómoda y se realiza a través de un canchal en el que se aprecia un muro de piedras ciclópeas colocadas en seco y dos metros de grosor, era este muro un acceso rápido al castillo cuando la guarnición de vigilancia en la atalaya lo requería, unas pendientes herbosas y una travesía hacia la derecha por debajo de los farallones calizos que puntúan la divisoria entre vertientes ascendiendo por escalonadas terrazas.

 
La cúspide carece de cualquier vestigio arquitectónico visible, excepción hecha de dos muescas y un pequeño vano labrados en la roca y que albergaban un travesaño y una pequeña campana que sólo se tañía en casos de emergencia, para avisar a la guarnición del fuerte que había más abajo o a los vecinos de los pueblos colindantes. La respuesta a si hubo o no otras construcciones aprovechando las plataformas que se observan a distintos niveles y por doquier se esconde bajo la hierba, aunque hoy es posible encontrarse restos de tejas o ladrillos en el canchal que da acceso a la Era del Castillo.

En la ladera norte de la peña es donde se encuentra la cueva en la que se guarecía Juan Lobo y su mesnada, de fácil acceso pero a día de hoy cubierto de maleza que dificulta dar con ella.