TIEMPO DE POESIA EN LA CASA ENCANTADA

25 Marzo, 2018

Con motivo de la celebración del “Día de la Mujer de Azuelo” el día 17 de marzo de 2018 organizado por la Asociación Santa Engracia tuvo lugar en la Casa de la Conrada un recital de poesía a cargo de Begoña Abad de La Parte acompañada de la escritora Pilar Salas Franco y Ana Rubio Yécora, música, bajo el epígrafe, “TIEMPO DE POESIA”.


Begoña Abad de la Parte nació en el pequeño pueblo burgalés de Villanasur del Río Oca, pero pasó la infancia y la adolescencia viviendo en diferentes lugares hasta que se instaló en Logroño.  Antes de llegar a la poesía escribió cuentos, en principio para sus hijos y después también cuentos para adultos. Para ella —explica en una entrevista— «escribir era tan natural como respirar, pero otra cosa era compartirlo, hacerlo visible, hacerme yo visible». También dice que no es poeta sino que «está poeta». En 1979 ganó el premio de la Asociación de Amas de Casa de Logroño,  un revulsivo que le hizo valorar y empezar a compartir su trabajo. En 2006 ganó el primer premio de relato de la Universidad Popular de Logroño 2006.  Tras la plaquette Begoña en ciernes y el poemario La medida de mi madre, en 2012 publicó Cómo aprender a volar, libro en el que transmite su propia experiencia. Ha publicado diversos poemarios y su poesía ha sido incluida en diversas antologías y revistas. Ha participado en varios de los encuentros poéticos “Voces del Extremo” en Moguer y Logroño, y fue durante ocho años vicepresidenta del Ateneo Riojano de Logroño. 
Su última obra, “Diez años de sol y edad” es un compendio de toda su obra, es una antología,  “una suma de todo lo vivido y escrito en esta década además del poemario Hebras, que también se incluye en el libro”
Es la una del mediodía y en la Casa de La Conrada, La Casa encantada de Azuelo, Begoña acompañada de Pilar y Ana nos va desgranando su poemas. Entre poema y poema nos habla de su vida sencilla como mujer, como poeta… Begoña se retrata y se define, sincera, honesta y desnuda:
A los cincuenta  me nacieron alas. Dejaron de pesarme los senos y los pensamientos que cargaba desde niña. A las alas les enseñé a volar desde mi mente que había volado siempre, y comprobé desde el aire que mientras yo anduve dormida tantos años alguien trabajaba afanosamente recogiendo plumas para hacer esas alas. Tuve suerte de que cuando estuvieron hechas me encontraron despierta en el reparto.
En un momento nos explica que ella es autodidacta en esto de escribir, como lo es en la vida, pero ¿y quién no? Sonríe mientras nos cuenta que a ella le dijeron que había que escribir poesía sobre “temas importantes o cosas serias, no sobre cucharas o artilugios domésticos”. Y dicho y hecho, ella se ha dedicado a escribir acerca del tema más importante y más serio que existe: la vida. La vida en todos y cada uno de sus matices cotidianos, también en forma de cuchara y artilugio doméstico. La vida con la forma y fondo de todo lo que le rodea y le conmueve: su casa, sus padres, sus abuelos y bisabuelos, sus miedos, sus heridas como mujer y sus sueños y logros del día a día.
Nos habla de su madre y entonces su mirada no es que brille, es que hasta le baila (copla, a poder ser): “Mi madre es una mujer maravillosa que tiene una vida pequeña -dice-, hecha de migas y de coplas“. Y se nota que es una de sus raíces principales, como lo son el resto de sus antepasados, las demás mujeres de su vida y las mil mujeres que hay dentro de ella. “No escribo nada que no pudiera entender mi madre. Esa es mi medida de lo importante, tanto en la forma como en el fondo”.
“Me llamo Begoña, pero me llaman ‘rara’. Esa es la realidad también”.  Y entonces, al decirlo, su sonrisa se hace aún más amplia porque se reafirma al sin dudar: “Me ha costado casi 65 años llegar a este punto y decir en voz alta que  yo no sé escribir, que solo soy una herida que habla y que ‘estoy poeta’ porque quiero, porque cada verso para mí es una reclamación de paz“.
Su reclamación tiene forma ya de una obra fecunda e inspiradora, y ella se ha definido en estos diez años -y casi sin pretenderlo- como una escritora fértil y lúcida. Lo demuestran sus libros: ‘Begoña en ciernes’, ‘La Medida de mi madre’, ‘Cómo aprender a volar’, ‘A la izquierda del padre’, ‘En legítima defensa’, ‘Cuentos detrás de la puerta’, ‘Palabras de amor para esta guerra’ o ‘Estoy poeta’.
“Está tan pasada de moda la ternura…“, dice mientras se nos queda mirando inquisitiva y al mismo tiempo comprensiva y hasta cómplice. “Pero a mí escribir me salva -concluye-. Esa es mi forma de estar en el mundo y también mi forma de querer y de ser“.
Y eso es lo único que de verdad importa.
Los poemas de Begoña y el sonido vanguardista del hang de Ana acompañando a las rapsodas en el acogedor salón de la Casa Encantada transformaron la escena en un espacio mágico donde los asistentes al recital se deleitaron con los versos de Begoña Abad y quedaron… ¡ENCANTADOS!