En el ábside de la iglesia se levantaba un magnífico retablo mayor romanistas del último tercio del s.XVI, hoy desmontado y repartido por toda la iglesia, aunque la mayor parte de él se almacena en el coro. Este retablo ha sido atribuido al escultor Pedro González de San Pedro pero por estilo parece más bien obra de un maestro romanista de La Rioja, en el que perduran todavía rasgos estilísticos expresivistas, en relación con Araóz y su círculo. Recientemente se ha atribuido al arquitecto Juan de Alvarado. La complicada traza se componía de un banco, dos cuerpos divididos en tres calles por columnas jónicas y compuestas y un ático curvo entre machones. Se resaltaba la calle central por el frontón triangular del primer cuerpo y el amplio medio punto del segundo; en las calles laterales se sucedían hornacinas de medio punto y cajas rectangulares, coronadas éstas en paneles cuadrados para alcanzar la altura del arco triunfal del segundo cuerpo. La iconografía del banco presentaba relieves con Evangelistas y Apóstoles y las tallas de San Simeón de Cabredo y San Marcial flanqueando el sagrario. Las tallas de San Juan Bautista y San Juan Evangelista ocupaban las calles laterales del primer cuerpo. En el segundo aparecía el gran relieve de San Jorge y la princesa, con fondo de paisaje, entre las tallas de San Benito y Santa Escolástica y los relieves superiores de la decapitación de una santa, y de Santa Ana, la Virgen con el Niño y San José. Culminaba el conjunto la Trinidad del ático, más las tallas sedentes de moisés y David . Hoy sólo se conserva en el presbiterio una recomposición de la parte inferior de la calle central y del banco, donde se aprovechan los citados relieves de Apóstoles y Evangelistas, encuadrada por columnas jónicas. Incluye un friso con querubines; sobre él monta una arqueta de madera dorada, barroca del siglo XVIII, de un cuerpo gallonado y rica decoración de follajes, culminándola grupo de querubines. A ambos lados del sagrario y bajo medios puntos se sitúan las tallas romanistas de San Simeón y San Marcial, de pequeño tamaño. El resto de la escultura del retablo se encuentra en el coro. En 1.592 los pintores Miguel de Salazar y Francisco Fernández Vallejo tasan la pintura del retablo mayor, que habían hecho Francisco de Acuña y Juan de San Juan Mijancas; todavía en 1.604 trabajaba en el dorado y estofado Francisco Fernández Vallejo.
|
|