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MIGUEL "EL TENDERO" EL HOMBRE QUE SUSURRABA A LOS GATOS

El día 21 de septiembre falleció en Azuelo Miguel Sánchez Díaz de Alda a los 88 años de edad.  Miguel era el más pequeño de los siete hijos  del…
21 Septiembre, 2016

El día 21 de septiembre falleció en Azuelo Miguel Sánchez Díaz de Alda a los 88 años de edad. 

Miguel era el más pequeño de los siete hijos  del Sr. Florencio “El Tendero”, Domitilo, Quirino, Paula, María, Benardino, Lucía y Miguel. El apodo “El Tendero” le viene asignado a esta familia desde que allí por el año 1880 se asentó en Azuelo un tendero ambulante, José Sánchez García que se desposó con una azueluca, siendo Florencio uno de sus hijos. El Sr. Florencio, que así era conocido en Azuelo con el Sr. por delante, dejó la tienda y se dedicó al “trato” (compra-venta) de animales y a la agricultura. Todos sus hijos emigraron de Azuelo, quedándose solamente Miguel que dejó definitivamente el trato y se dedicó a la agricultura.

Miguel se desposó con la torralbesa Angeles Ruiz de Gaona Díaz de Cerio. Este matrimonio tuvo ocho hijos, Pedro Mª, Ignacio, Alfredo, Jesús, José Miguel, Félix, Paquita y Víctor.

Miguel ha sido agricultor; un pionero en la mecanización del campo adquiriendo pronto un tractor que él mismo ha conducido hasta hace un año para realizar las labores del campo resistiendo con él a las embestidas que la mecanización del campo hizo que los pueblos como Azuelo, donde la orografía no era muy propicia para aplicar la maquinaria agrícola, se vaciasen con dirección a las zonas industriales. El año 2008 la Asociación Santa Engracia le tributó un homenaje como labrador de Azuelo entregándole dos espigas de vidrio como recuerdo de su vida laboral.


La resistencia a la mecanización del campo no fue fácil para Miguel, ya que tenía a sus hijos estudiando por diversas ciudades, y para poder hacer frente a todos los gastos que esto le ocasionaba complementó su economía agraria con otra ganadera y así fue cómo durante muchos años se dedicó a cebar novillos, mientras la mayoría de los labradores de Azuelo cebaban cerdos. A Miguel  se le dio bien lo de criar novillos y es que la afición al ganado la heredó de su padre, el Sr. Florencio.


A Miguel se le daban bien los animales, los entendía, los cuidaba y hasta los mimaba. Poco a poco y con el paso del tiempo los animales fueron desapareciendo de su casa hasta que llegó su hijo Víctor, el cazador, y le dejó sus perras setter para que se las cuidase entre semana y los fines de semana ya se ocupaba él de seguir con ellas a las perdices y becadas. También tuvo Víctor perros conejeros con los que acompañado de sus hermanos Pedro Mª y José Miguel y con su padre, Miguel con su palo, como jefe de partida de caza, perseguían a los conejos por Valdeperedo y Garañango.


Miguel, que pasaba muchas horas en la puerta de su pajar mientras cuidaba las perras de Víctor, también empezó a cuidar una gata que tenía allí para limpiarlo de ratones. La gata tuvo gatitos y más gatitos a los que Miguel cuidaba como él sabía hacerlo, con mucho mimo y cariño. Los huraños gatos se convirtieron en mansos gatitos para Miguel estableciéndose entre ellos una relación que era de asombrar y… es que Miguel SUSURRABA A LOS GATOS como se puede apreciar en la secuencia de fotografías tomadas un día del verano de 2015 cuando la gata vieja bajó a buscarlo hasta el banco del Lavadero donde estaba sentado tomando el sol y charlando con la Mari. La gata con los arrumacos que le hacía con su rabo en la pierna lo incitaba para que subiese al pajar a echarles de comer y no se quedase sentado por el camino; Miguel subió al pajar y como todos los días, salieron todos los gatos por debajo de la puerta a recibirlo. No hay duda de que Miguel era el HOMBRE QUE SUSURRABA A LOS GATOS.

Miguel se ha ido, ya no lo veremos más sentado en la puerta de su pajar saludando a todo el que pasaba y charlando con quien se paraba, y si no pasaba nadie, allí tenía a sus gatos con los que tantas conversaciones habrá mantenido. Se ha ido un agricultor, ganadero y cazador de Azuelo, mas su recuerdo perdurará muchos años con nosotros y estará presente en muchas de nuestras conversaciones.


Hoy queremos enviar desde aquí nuestras condolencias a su esposa Angeles, a sus hijos, Pedro Mª y Camino, Ignacio y Lourdes, Alfredo y Loli, Jesús y Mila, José Miguel y Mª Jose, Félix y Miren, Paquita, Víctor y Susana, a todos sus nietos, hermanos políticos y demás familiares a quienes acompañaremos en estos días tan difíciles como son el fallecimiento de un ser querido; para todos ellos, un abrazo.