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LUISA "LA MODISTA DE AZUELO"

El día 29 de septiembre de 2014 falleció en San Sebastián la azueluca Luisa Almajano Izquierdo a los cien años de edad. Luisa era la esposa del ya…
02 Octubre, 2014

El día 29 de septiembre de 2014 falleció en San Sebastián la azueluca Luisa Almajano Izquierdo a los cien años de edad.

Luisa era la esposa del ya fallecido Eleuterio Crespo Aristimuño, “El guarda de Azuelo”. Luisa nació el 10 de octubre de 1914 en Almenar (Soria) donde su padre era cartero. Cuando aún era una niña, la familia se trasladó a vivir a Logroño, aquí su padre ejerció de “puertas” en aquellas casetas de piedra que aún existen a la entrada de Logroño por el Puente de Piedra, lugar donde se abonaban unas tasas por los productos que en Logroño entraban de las limítrofes provincias de Navarra y Alava.

En Logroño ejerció de modista y su relación con una de sus vecinas, la azueluca María Vizcainaga, fue quien la llevó a nuestro pueblo, siendo moza. Era María Vizcainaga la dueña de las Salinas de Azuelo, “Salinas de San José”, y cuando venía a Azuelo le acompañaba Luisa. Fue en estas estancias en nuestro pueblo cuando conoció al joven azueluco Eleuterio, “El Guarda”, con el que se desposó quedándose a vivir en Azuelo. Este matrimonio tuvo cinco hijos: Dori, Jesús, fallecido, Merche, Conchi y José Luis.

La llegada de Luisa a Azuelo impactó en nuestro pueblo convirtiéndose en un hito que marcó y transformó su vida social y laboral. Que una joven de ciudad se viniese a vivir a un pueblo no encajaba en aquella sociedad rural donde las jóvenes aspiraban a irse a la ciudad a servir o al convento de monjas con tal de no quedarse a vivir en el pueblo. Ella renunció por amor a una vida fácil de señorita en Logroño y se integró en un pueblo donde aún el agua corriente no había llegado a las casas, sus calles estaban llenas de barro por donde pululaban las gallinas y otros animales domésticos como las cabras, caballos y bueyes, y la vida social de las mujeres se desarrollaba en el lavadero y la iglesia.

Al poco tiempo de su llegada al pueblo, Luisa se puso manos a la obra con lo mejor que sabía hacer, coser. Había entonces en Azuelo carnicería, tiendas, estanco, tabernas, carpintería, peluquería, albañiles, zapatero y hasta dos oficinas bancarias y ella abrió un su casa un taller de costura. Su profesión de modista hizo que las niñas, jóvenes y mujeres del pueblo y hasta algún hombre estrenasen vestidos, blusas, chaquetas y pantalones sin falta de tener que desplazarse a comprarlos a Estella o Logroño. Por su taller pasaron todas las jóvenes de Azuelo donde aprendieron los secretos de la aguja y las más habilidosas hasta los de las tijeras con las que se hacía el “corte” sobre los patrones que ella creaba. Pronto la fama del buen hacer de “La modista de Azuelo” llegó a los pueblos vecinos siendo muchas las mozas de Aguilar, Torralba y Espronceda que acudían al taller de Luisa para iniciarse en el arte de la aguja. Fueron muchas las mujeres de Azuelo y pueblos vecinos las que aprendieron a coser en la casa de Luisa. Una casa donde la alegría y buen ambiente de las “modistillas” la convirtieron en punto de encuentro para mozas y mozos que las acompañaban hasta la entrada o las esperaban a la salida dando lugar a chascarrillos y graciosas anécdotas a las que el azueluco Aurelio Aritimuño “El último trovero de Tierra Estella” las dotó de música convirtiéndolas en coplas, jotas y trovos que él mismo se encargó de ir contando y cantando de pueblo en pueblo.

La longevidad de Luisa le ha permitido disfrutar con encuentros de muchas de sus alumnas recordando aquellos tiempos del taller donde además de aprender costura recibieron de ella sabios consejos y a veces remedios para sus problemas, ya que se convirtió en “un valle de lágrimas” y fiel confidente para alumnas y vecinas.

Durante muchos años su casa se convirtió en “consultorio médico” donde se recibía la visita del médico y practicante y se dejaba el aviso si tenían que ir a algún domicilio. Desde su casa, habilitada también como farmacia, se repartían las medicinas a los enfermos, que entonces las traía el practicante, siendo sus hijos quienes se encargaban de esta labor.

Así transcurrió la vida de Luisa en Azuelo hasta el año 1972 cuando Eleuterio, su marido, se jubiló y se fueron a vivir a San Sebastián, ciudad a donde ya habían emigrado todos sus hijos, y en esta ciudad ha residido hasta su fallecimiento. A finales de los sesenta e inicios de los setenta con la llegada de la mecanización del campo, Azuelo se vació. En San Sebastián este matrimonio navarro estableció su residencia en el Barrio de Loyola; han sido cuarenta y dos años de deambular por las calles del barrio, teniendo siempre su parroquia del Sagrado Corazón como parada diaria, de relacionarse con sus vecinos, de escucharles y aconsejarles como lo hacía en Azuelo.

Luisa nació en Almenar, ha vivido muchos años en San Sebastián, pero su pueblo era Azuelo. Su casa, remozada y bien conservada, aún se abre todos los fines de semana y veranos pasando ella largas temporadas recordando con las gentes del pueblo los años de su vida en Azuelo. Su devoción al Sagrado Corazón y a la Virgen de Codés, de la cual es cofrade, y la atención al Monasterio de Azuelo colaborando activamente en su limpieza, ornamentación, liturgias y culto, siendo aún socia de la Asociación Cultural del Monasterio, marcaron impronta en su familia; cuatro de sus hijos pasaron por colegios religiosos, siendo la mayor, Dori, Hija de la Caridad, quien siguió la vida religiosa. Hoy todos sus hijos son socios de la Asociación del Monasterio continuando su labor y colaborando en el mantenimiento y difusión de él.

Luisa se ha ido tras vivir cien años, once días le han faltado para cumplirlos, esto sí que es toda una vida; con ella llegó a Azuelo a mitad del siglo XX una gran mejora en la calidad de vida de sus mujeres convirtiéndose en pionera de la llegada de la modernidad de la ciudad al pueblo. Hoy son muchas las mujeres de Azuelo y pueblos vecinos las que reconocen la importancia que tuvo Luisa en sus vidas como maestra, amiga, consejera y confidente, y ante la noticia de su fallecimiento revivirán tiempos felices.

A Luisa siempre la recordaremos como “La modista de Azuelo”, la mujer de “El Guarda” otra persona peculiar de nuestro pueblo. Hoy les enviamos nuestro más sentido pésame por la pérdida de su madre a sus hijos Dori, Paqui, viuda de Jesús, Merche y Pedro, Conchi y Fernando. José Luis y Pili, a sus nietos Sergio, Pablo, Iosu, María, Itxaso, Julen y demás familiares.