LAS GOBAS DE LAÑO

09 Septiembre, 2013

Una original forma de retroceder el reloj de la historia es acercarse a  conocer el conjunto eremítico de Treviño, “Las Gobas” de Laño. Esto es lo que hizo un grupo de azuelucos el día 19 de agosto cuando realizaron la excursión “Descubrir Nuestro Entorno: El Condado de Treviño”.

Las Gobas de Laño está situadas a medio camino entre los pueblos Albaina y Laño en las paredes rocosas que flanquea el arroyo Barrunta, en total son 13 cuevas y son visibles desde la misma carretera; al otro lado del valle se encuentra Santorkaria, donde hay otras 18 cavidades.. El conjunto rupestre está formado por una serie de habitáculos individuales, que corresponden a las viviendas de los anacoretas, y por tres iglesias excavadas en la blanda caliza. De pequeñas dimensiones, nave única y presbiterio con planta de herradura que se cubren con bóveda  de cascarón, fueron ocupadas posteriormente por monjes altomedievales que las utilizaron como necrópolis.

El nombre de “Gobas” derivaría del topónimo vasco “goba” o “gobea” (cueva), aunque hay quien cree que es una derivación de “goda”, en clara alusión al origen de las gentes que las construyeron.

El origen de estas cavidades se remonta al siglo VII, cuando la primitiva comunidad cristiana que pobló esta zona en época visigoda las excavó para utilizarlas como viviendas, formando así una pequeña aldea. Entre finales del siglo IX y comienzos del X el grupo se trasladó al lugar que hoy ocupa el pueblo de Laño, pasando las cavidades a reutilizarse como lugar de enterramiento hasta el siglo XI. Ya en el siglo XVI las cuevas se adaptaron para convertirse en cerraderos de ganado.

Los desprendimientos de roca, las distintas reocupaciones y algunos actos vandálicos, así como la densa vegetación crecida tras su definitivo abandono, han hecho que el aspecto actual de Las Gobas sea muy distinto al que tuvieron antaño. Su singularidad llevó a declarar este complejo rupestre Bien de Interés Cultural en junio de 1.978.

¿Cómo se hicieron las cuevas?
Este farallón de roca caliza, se formó durante el Jurásico, hace unos 200 millones de años. Es una roca blanda, lo que facilitó al grupo aquí instalado durante la Alta Edad Media (siglos VII-IX) la apertura de todas estas “cuevas artificiales”
Su excavación sigue un procedimiento muy concreto: Una vez elegida la superficie se realizaban pequeñas ranuras en forma de V, en las que se introducían cuñas de hierro que, golpeadas de manera precisa, producían fisuras y roturas en la roca hasta abrir el hueco de la cavidad. Después se tallaba minuciosamente el interior mediante punteros y cinceles, contorneando y dando forma a su aspecto definitivo. Una vez terminada la excavación, el habitáculo se acondicionaba como vivienda, instalando diferentes elementos muebles de los que no se ha conservado prácticamente ningún indicio. Al usarse inicialmente como viviendas, la entrada se orientó hacia el Este, en dirección al valle, diseñando además un complejo sistema de cierre para las puertas.

Si en el siglo VII estas cuevas formaban parte de las viviendas de una aldea campesina, el traslado de la población al caserío de Laño entre finales del s. IX y principios del s. X, cambió el uso de todo este complejo rupestre convirtiéndose en un centro religioso y un amplio cementerio que aprovecha el interior de las cuevas para los enterramientos.

El difunto se colocaba dentro de la sepultura amortajado –envuelto en una tela- “boca arriba” (decúbito supino) y siempre que fue posible con la cabeza mirando al Este, cerrándose la tumba con una cubierta de losas. Entre las tumbas predominan las de forma rectangular, aunque también las hay con forma de bañera o trapezoidales, lo que indica que fueron realizadas en fechas tempranas de la Edad Media.

Una vez perdida la memoria de su primitivo carácter sagrado, ya en época Moderna (a partir del siglo XVI), las cuevas, en algunos casos con ligeras readaptaciones, sirvieron como encerraderos de ganado.

Hay una cueva ligeramente apartada del resto conocida como “Cueva de la Doctora” y sobre ella existen dos leyendas: Una cuenta que en ella vivió la última mujer de la comunidad que habitó estas cuevas conocida como la Hechicera o la Herbolaria, otra dice que la cueva fue habitada por una mujer de Laño durante los últimos días de su vida conocida igualmente como Bruja o Curandera. Sea como fuere, lo cierto es que en origen esta cueva sirvió como vivienda, conservándose aún unos pequeños agujeros en el suelo que ayudan a entender cómo fue su puerta y el pequeño porche que protegía el acceso.

Relación con la necrópolis de San Martín. Existe en Azuelo en el monte junto al corral de El Rojillo una necrópolis del antiguo poblado de San Martín con tumbas iguales a las de Las Gobas y datadas tras su excavación en la misma época. Si estás interesado en estos temas de historia, Laño está a un “paso” de Azuelo.