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EL RUBIO, ALFONSO CARLOS CARLOS

El día 17 de abril falleció en Tafalla a los 85 años Alfonso Carlos Carlos, “EL RUBIO”. Hijo de Francisco, el Caminero y de Filomena, nació El…
23 Abril, 2013

El día 17 de abril falleció en Tafalla a los 85 años Alfonso Carlos Carlos, “EL RUBIO”.

Hijo de Francisco, el Caminero y de Filomena, nació El Rubio en la cuneta; en la casa que los camineros tenían en la cuneta de la carretera de Urbasa cerca de Zudaire. Pronto se trasladó la familia a Torralba; su padre seguía de caminero y él empezó la carrera de pastor.

Fue El Rubio una persona de ingenio, locuaz y dicharachero, enciclopedia de anécdotas y chascarrillos, pozo de sabiduría popular, amigo no sólo de sus amigos, sino de todo el mundo que a él se acercaba. Gran amigo de Aurelio “El Tuerto”; fue Aurelio “El último trovero de Tierra Estella”, coplas y trovos que también componía espontáneamente con El Rubio cuando se retiraban a la “Ermita de Codés” con un buen calderete de cordero y mejor vino..

Esta es una de sus anécdotas. Al atardecer de una noche de invierno estando la familia alrededor del fuego de la cocina se fue la luz, aquellos cables de alambre y postes de madera no aguantaban las fuertes nevadas y cuando se caían tardaban varios días en reponerlos. Filomena refunfuñaba y refunfuñaba diciendo ¡Qué raro, qué raro que se marche la luz! A lo que El Rubio le replicó ¡Lo raro es que venga!

Cuando él era un jovenzuelo se le oyó por primera vez esta copla, que entonces era muy difícil de entender y que sesenta y tantos años después se ha hecho realidad.

El año dos mil si vivimos

ha anunciado el sabio San Bartolomé

la mujer mandará en el marido

como un corderillo si es menester.

 

En Azuelo, contratado para llevar el rebaño de la Julia de Itxaso tuvo un buen maestro, Teodoro Acedo, “Forraje”. Fue a la mili a Estella y allí coincidió con José Luis el de la Rosario, ocupó el puesto de ranchero, que como buen pastor guisaba todo lo que caía en el calderete, caracol, cebolla, patata, costilla, chorizo, tocino, panceta… Lo que sí le cayeron en Estella fueron muchos días de calabozo, porque como él cantaba, y por cierto muy bien

Que no es lo mismo hablar

que darle teta al nene

Que no es lo mismo hablar

que darle de mamar.

 

En la mili las hacía como en Torralba en aquella ocasión en que el cura estaba ensayando unas canciones con las mozas en la sacristía y él mientras tanto con un par de amigos bajó del coro un “ataúd de caridad”, que se usaba para enterrar a quienes eran tan pobres que no les llegaba para ataúd, y colocándolo en el centro de la iglesia metieron en él la imagen de un santo. Al salir los del ensayo los mozos salieron corriendo de la iglesia y se armó la de San Quintín. ¡Sinvergüenzas! ¡Sinvergüenzas, más que sinvergüenzas! ¡Que los lleven a la cárcel de Mahón! Gritaban el cura y las mozas.

 

Tras la mili regresó a Torralba y siguió de pastor. Nadie conoció la Peña de Ioar como él, los abrigados, los riscos, los pasos y senderos, las cuevas, la fuente de los Nenes o los kaikus de las hayas para saciar en la montaña la sed en el verano. Llegó de pastor a Antoñana y así nos lo cantaba

 

En la aldea de Gorayo

por muchas partes nombrada

llegó el famoso Rubio

y estuvo una temporada.

Empezó por conversar

con una buena chavala

y en aquellos momentos

se puso la cosa mala.

Y yo como buen doctor

me la calmé con saliva

dándole un fuerte abrazo

tirándola tripa arriba.

 

Tuvo que salir El Rubio de Antoñana por patas y llegó a Vitoria con el éxodo rural de los sesenta y, como todos los emigrantes de nuestra zona, entró a trabajar en una fábrica hasta que se jubiló.

 

Jubilado El Rubio regresó a sus orígenes, invirtió parte de sus ahorros en un rebaño de cabras que echó a pastar en la Peña de Azuelo y Torralba, donde las tenía todo el año, excepto los días más duros del invierno que las bajaba a un corral cerca del Santuario de Codés que él habilitó también para cabaña y que era conocido por “la ermita de Codés” para diferenciarla del Santuario. Todos los días del año subía a la Peña para ver sus cabras hasta que las fuerzas le fueron fallando y tuvo que finiquitar su cabrada.

 

Aunque El Rubio era de Torralba, los de Azuelo lo hemos tenido como lo que era para nosotros, uno más del pueblo. En nuestro pueblo fue pastor muchos años y después cuando se jubiló se jactaba de que su cabrada pastaba por la Peña de Azuelo como por su casa. Todos los años nos invitaba a un calderete de uno de los cabritos capados que él criaba para comérselo con los amigos hasta que el año 2004 su edad le obligó a finiquitar la cabrada.

El  Rubio, pastor de Azuelo, ha estado siempre presente en todo lo que hacía referencia a los pastores de nuestro pueblo. Así el año 2002 participó con todos nuestros jubilados en la inauguración de La Choza de los Pastores por ellos. El año 2004 cuando finiquitó su cabrada  de la Peña, la Asociación le hizo un homenaje entregándole una placa de agradecimiento por haberle dado vida a la Peña y en el año 2006 cuando la Asociación homenajeó a todos los pastores de Azuelo, también estuvo presente El Rubio; esta vez no se le entregó una placa, sino una oveja de porcelana.

El Rubio se ha marchado, pero su recuerdo perdurará al menos un par de generaciones, mientras vivan todos los que lo han conocido. Desde aquí enviamos nuestras condolencias a sus hermanos y demás familiares. Con él muere también el sentido del humor del trovero y coplista que tan buenos ratos nos hizo pasar en su “ermita de Codés”. Así cantaba él en una de sus despedidas

Les voy a decir a ustedes

por qué me marcho de Mayeta

es que yo no puedo estar

donde tengan mala jeta.