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DOMINGO GARCÍA

El día 1 de abril de 2014 falleció en Madrid Domingo García Jiménez a los 67 años de edad. Domingo estaba casado con la azueluca Rosario Sánchez…
04 Abril, 2014

El día 1 de abril de 2014 falleció en Madrid Domingo García Jiménez a los 67 años de edad. Domingo estaba casado con la azueluca Rosario Sánchez Díaz, hija de Irineo y Aurea.

La familia de Irineo y Aurea es una más de las familias de Azuelo que a finales de los sesenta con la llegada de la mecanización del campo a nuestro pueblo tuvo que emigrar. Esta familia también emigró a “los vascos” cerrando su casa de Azuelo y estableciéndose en Bilbao a la orilla misma del Nervión. Irineo en Azuelo además de labrador era el sacristán de la iglesia del Monasterio. Aprendió bien este oficio, ¿se lo enseñarían los monjes?, tanto que aún queda la última generación que lo oyó cantar con su hermano Eugenio los cantos “gregorianos” en el coro de la iglesia que hacían muy agradable y entretenido el ir a misa los domingos. Tuvo suerte Irineo, de “desertor del arado” pasó a ser un privilegiado y muy estimado sacristán en una iglesia de Bilbao hasta su jubilación.

En Bilbao, Rosario, hija de Irineo y Aurea conoció a un joven avulense con el que se casó, Domingo García Jiménez, que también había llegado al “Botxo” desde su natal Albornos, pueblo de Avila, en “busca de la madre gallega”. Domingo trabajó en Telefónica y también tuvo suerte porque se jubiló joven y ha podido disfrutar de la jubilación varios años hasta que un traicionero cáncer se lo ha llevado cuando aún estaba haciendo planes para cuando fuese mayor.

Domingo y Rosario con sus hijas, Espe y Charo venían todos los veranos a pasar una temporada en Azuelo. La familia fue aumentando con su yerno Enrique y sus nietos Luis y Alba, y todos juntos continuaron con la costumbre de venir a Azuelo, siendo los más pequeños los que más empeño ponen en ello.

Domingo disfrutó de Azuelo, participaba en las actividades que programa la Asociación durante el verano, de las gastronómicas no se perdía ninguna, como La Pochada. También lo vimos hacer senderismo para visitar el Hipogeo de Longar o el pico de Yoar.

Domingo, ya no vendrá este verano a Azuelo, pero sí lo harán su mujer, sus hijos y nietos; él les ha imbuido su amor al pueblo, él que tuvo que emigrar de un pueblo supo valorar las raíces de la familia. Nosotros siempre nos acordaremos de Domingo, de su horonda y bonachona humanidad con su “bigote de madrileño” y su gorra siempre calada para protegerse la calva del fuerte sol del verano.

Su esposa, sus hijos y nietos saben muy bien que estos días de dolor estamos con ellos, por eso con nuestras condolencias les enviamos un fuerte abrazo desde Azuelo, a ellos y a sus familiares más allegados.