A SANTIAGO DE COMPOSTELA DESDE AZUELO IV

09 Junio, 2016

En este cuarto apartado de la actividad “A Santiago de Compostela desde Azuelo” se recoge las etapa Ponferrada – Santiago de Compostela, Santiago-Santiago y Santiago-Azuelo

PONFERRADA-SANTIAGO DE COMPOSTELA

El día 25 de mayo los peregrinos de Azuelo y Desojo van a llegar a Santiago aunque antes harán algunas paradas más para seguir descubriendo el Camino. La primera parada la hicieron en Villafranca del Bierzo visitando a su entrada el castillo-palacio, edificio fortificado de finales del s.XV con macizos torreones laterales. Una empinada cuesta los llevó hasta la iglesia de Santiago, templo románico de gran importancia en la ruta  jacobea, ya que ante su hermosa puerta del Perdón los peregrinos impedidos para proseguir la ruta  pueden ganar los mismos beneficios espirituales que en Compostela. De nuevo en el autobús pusieron rumbo a O Cebreiro dejando atrás la vega de Villafranca con sus hortalizas, verduras, frutales y viñedos, de cuyo vino un peregrino dijo “vino que se desliza en la garganta como las lágrimas de un cirio”.

Tras pasar por Pereje, Trabadelo y Vega de Valcarce el autobús atacó las primeras rampas de Pedrafita hasta coronar el puerto de O Cebreiro. Cera de la cumbre del puerto se encuentra enclavada la pequeña localidad de O Cebreiro, uno de los enclaves más antiguos de la ruta de peregrinación. Azuelucos y desojanos se desparramaron por el pequeño pueblo visitando varias pallozas que allí se conservan. Son la pallozas la tradicional casa típica de esta zona de la Galicia montañosa con muros de lajas de pizarra y techadas con haces de paja de centeno. En su interior compartían el espacio vital hombres y ganado. Mobiliario y enseres aparecen dando la sensación de que sus moradores pueden aparecer en cualquier momento. Su iglesia de Santa María, s. IX-X, ejemplar del prerrománico gallego guarda en su interior la talla de Santa María la Real de estilo románico y el cáliz relicario del famoso milagro de la  transformación del pan y vino en carne y sangre de Cristo. Tras adquirir recuerdos del Camino los viajeros prosiguieron la ruta hacia Santiago, ascendieron el Puerto del Poio (1.337 m.) parando en la cumbre para posar junto a la monumental estatua del peregrino en el alto de San Roque. Pasaron por Fonfría y Triacastela, se detuvieron en Samos donde después de tomar un refrigerio visitaron la abadía benedictina de Samos; uno de sus más ilustres miembros fue el Padre jerónimo Feijoo. Destruida varias veces a lo largo de la historia hoy se encuentra restaurada llamando su atención la hermosa fachada barroca de su iglesia con acceso por una dobles escalinata. El claustro mayor del monasterio, uno de los dos con que cuenta, es el más grande de España.

De Samos pasando por Sarria llegaron a Portomarín. Tras asomar a un collado avistaron el embalse de Belesar, en el río Miño  y las viñas sobre bancales en las laderas. Sobre las aguas del embalse se hizo visible a media ladera la nueva villa de Portomarín ya que la primitiva quedó anegada por las aguas del pantano. Antes de llenarse el embalse se trasladó a su nueva ubicación piedra a piedra la iglesia-fortaleza de San Nicolás, compacto edificio románico de una sola nave coronada en la parte superior por una hilera de almenas. No pudieron parar en Portomarín, el fuerte “orballo” y el llevar los paraguas y chubasqueros en el maletero se lo impidieron. Tras pasar por Palas de Rei y Melide llegaron a comer a Arzúa en el restaurante Casa Teodora.

Por la tarde la primera parada fue en el Monte del Gozo, elevación sobre la ciudad de Santiago desde la que se contemplan por primera vez las agujas de la catedral. Desde Monte de Gozo partieron andando los peregrinos de Azuelo y Desojo andando hasta Santiago portando su vieira, bordón y credencial completamente sellada por todas las localidades que visitaron a lo largo del Camino. Eran las ocho de la tarde cuando los viajeros se aposentaban en el hotel Windsor y después de cenaren el restaurante El 7 iniciaron una visita nocturna por el casco antiguo de Santiago en un primer contacto con lo que les aguardaba para el día siguiente. En su deambular nocturno visitaron el Parador Nacional Reyes Católicos y con la complicidad de uno de sus conserjes visitaron su planta baja y sus cuatro claustros posando para el recuerdo en muchos de sus hermosos rincones. Vieron los monumentos iluminados y visitaron la Casa de La Troya

SANTIAGO - SANTIAGO

El día 26 de mayo fue un día grande para azuelucos y desojanos. Después de  cuatro días de viaje, llegaban a su destino, Santiago. Tras desayunar en el hotel se dirigieron a visitar la Catedral. Entraron por la Puerta Santa, ya que este año está abierta por bula Papal, por ser el Año de la Misericordia. Abrazaron al Apostol, bajaron a la cripta donde se conserva su sepultura, recorrieron toda la catedral, capilla a capilla, rincón a rincón, asistieron a las doce horas a la Misa del Peregrino y vieron oscilar el botafumeiro. Salieron de la Catedral y se dirigieron al Mercado de Abastos, el segundo lugar más visitado de la ciudad después de la Catedral, es un lugar para comprar y para admirar. Además de admirar su arquitectura y recorrer los puestos de moluscos, pescados, carnes, quesos y verduras recién salidos del mar y de la huerta el visitante puede comprar y degustar al momento en el bar del Mercado. Por un pequeño porcentaje del precio de la compra, en arisco Manía, el bar del Mercado, te cocinan al momento los productos adquiridos en el Mercadi, para saborear toda su frescura in situ. Esto es lo que hicieron los de Azuelo y Desojoque para tomar el aperitivo se metieron entre pecho y espalda unas buenas raciones de pulpo regadas con un Albariño. Regresaron a comer al restaurante El 7 y al pasar por la Plaza del Obradoiro se encontraron con el mismo “Santiago” posando con él todas las mujeres, eso sí, tras echar unas monedas en el bote. Se despidió Santiago de las damas diciéndoles “Que seáis muy amadas por vuestros maridos”, a lo que una que está soltera le espetó ¿Y las que no tenemos marido? Respuesta del santo “Os lo buscáis”. Terminaba la peregrinación y se iniciaba el final de fiesta, ya que todo el viaje fue una fiesta prolongada para los viajeros, amenizada con canciones y chistes. No sólo se encontraron con Santiago sino que también lo hicieron con Ramón Mª del Valle Inclán con el que posaron y con las “Marías”, Maruxa y Coralia que fueron represaliadas durante el franquismo, aunque la placa no explica las vejaciones sufridas por las dos hermanas.

Por la tarde se dedicaron a realizar las compras de rigor, tartas, licores, bordones y recuerdos varios para familiares y amigos quedando a las ocho de la tarde en la Plaza de las Platerías como punto de encuentro para ir a cenar. Después de hacer las compras se fueron reuniendo en la Plaza con tan buena suerte que a esa hora la Banda de Música de Santiago ofrecía su primer concierto de verano. Unos de los del grupo lo escucharon en preferencia desde el balcón de la Casa del Cabildo y otros hasta se marcaron unos pasos de baile con alguna de las piezas de la Banda. A las nueve se fueron a cenar a Casa Manolo; si vas a Santiago no te olvides de visitar Casa Manolo, excelente relación calidad-precio. Después de cenar se fueron todos a celebrar el fin de fiesta a una discoteca, que en Santiago no podía ser otra que El Retablo, donde el disc jockey de la sala con el refuerzo de la disc jockey del grupo, Leo,  pusieron la música apropiada a ellos. Terminaron la fiesta con el conjuro de una queimada y ya entrada la noche se retiraron al hotel porque al día siguiente había que regresar a Navarra

27 de mayo. Despedida de Santiago y regreso a Azuelo. A las ocho y media partía el autobús desde Santiago. Hizo su primera parada técnica en Valcárcel que los viajeros aprovecharon para tomar un piscolabis. A las dos de la tarde paraba a comer en el área de servicio Los Chopos en Villaherreros, Palencia, A las siete y media hacia su última parada en Nájera y una hora más tarde dejaba a desojanos y azuelucos a cada uno en su pueblo.

EVALUACION DEL VIAJE

El sentir general del grupo ha sido unánime, se cubrieron todos los objetivos propuestos y se cumplieron las expectativas que desde la preparación del viaje se habían creado.

La armonía y buen ambiente creados en el grupo desde el primer momento que subieron al autobús han sido los elementos aglutinadores de seis días de feliz convivencia. La buena calidad y buen trato recibido en los hoteles y restaurantes han facilitado  la feliz realización del viaje. La organización no ha cometido fallo alguno, cumpliendo el programa propuesto que se amplió día sí y día también. El autobús de la empresa Yanguas de Logroño cómodo y moderno conducido por un gran profesional del volante, Tiberio, ha sido la segunda casa de los peregrinos durante los seis días del viaje,

Los peregrinos han descubierto el Camino, han visitado los hitos más importantes del Camino viendo y admirando sus monumentos, han dialogado con la gente del Camino, han andado tramos del Camino, han saboreado una rica y variada gastronomía, se han deleitado con variados y diferentes paisajes, han abrazado al Santo Apóstol, han visto oscilar el botafumeiro, han entrado a la Catedral de Santiago por la Puerta Santa, han rellenado su credencial con los sellos de las localidades del Camino, que guardarán como el mejor recuerdo de este viaje, se han reído en demasía y hasta han bailado. No hay duda de que durante seis días han sido felices, muy felices, viviendo el Camino y olvidándose del “resto del mundo”, regresando con la “batería cargada” al día a día de sus vidas. Este viaje marcará un antes y un después en sus vidas y como bien dijo un peregrino:

      «El verdadero Camino comienza en Compostela».

                    Pedro San Emeterio
                    Cronista del Viaje a Santiago